Cinco características de la comunicación moderna en el contexto académico

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La comunicación moderna, en el contexto académico, se entiende como el estudio de los procesos de interacción y transmisión de información que han sido transformados por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Este campo de estudio no solo analiza los canales y medios, sino también las implicaciones sociales, culturales y cognitivas de la era digital.

Cinco características clave definen este fenómeno:

Interactividad y Bireccionalidad: a diferencia del modelo de comunicación de masas del siglo XX, que era predominantemente lineal y unidireccional (emisor a receptor), la comunicación moderna se caracteriza por su interactividad intrínseca.

Los modelos teóricos como el de la «producción y recepción» de Stuart Hall son reevaluados ante la capacidad de las audiencias para convertirse en prosumidores (productores y consumidores de contenido), participando activamente en la construcción de significado y en la difusión de narrativas. Esta característica desafía las jerarquías tradicionales de poder, permitiendo una comunicación más horizontal.

Instantaneidad y Desterritorialización: la instantaneidad, facilitada por la tecnología, ha comprimido el tiempo y el espacio en los procesos comunicativos. La comunicación ya no está limitada por barreras geográficas, lo que ha dado lugar a la desterritorialización de las interacciones sociales.

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Esto ha generado el surgimiento de comunidades virtuales y redes transnacionales, donde las identidades y las relaciones se construyen en el ciberespacio. Esta característica plantea nuevos desafíos para disciplinas como la sociología y la antropología, que estudian cómo la distancia física se vuelve irrelevante en la formación de vínculos y grupos sociales.

Convergencia multimedia e hipertextualidad: la comunicación académica moderna debe considerar la convergencia mediática, un concepto desarrollado por Henry Jenkins, donde los contenidos fluyen a través de múltiples plataformas y formatos (texto, audio, video).

La hipertextualidad es un pilar de este fenómeno, ya que la información se estructura a través de enlaces que conectan diferentes nodos de conocimiento. Esto cambia la forma en que se accede, se organiza y se consume la información, pasando de una lectura lineal a una exploración no secuencial.

Personalización y filtrado algorítmico: en el ámbito digital, la comunicación es cada vez más personalizada, impulsada por algoritmos de recomendación que analizan el comportamiento del usuario para ofrecer contenido adaptado a sus preferencias. Este fenómeno ha sido objeto de estudio en la teoría de la comunicación y la sociología digital, ya que si bien puede ser útil, también conduce a la formación de «cámaras de eco» y «burbujas de filtro».

Estos términos describen la tendencia de las personas a exponerse únicamente a información que confirma sus propias creencias, lo que limita la exposición a diferentes perspectivas y puede exacerbar la polarización social.

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Democratización y diseminación horizontal: la democratización de los medios de producción y distribución ha alterado profundamente los flujos de información. La comunicación ya no es un privilegio de unos pocos; cualquier persona con acceso a un dispositivo móvil puede convertirse en un emisor global.

Esto ha dado lugar al fenómeno de la «ciudadanía mediática», donde los individuos ejercen un rol activo en la producción de noticias, la denuncia de injusticias y la movilización social, a menudo a través de plataformas digitales. Esta característica ha descentralizado el poder de los medios tradicionales y ha empoderado a las comunidades marginadas, permitiéndoles contar sus propias historias.

Implicaciones socio-científicas

Desde una perspectiva académica, estas características tienen profundas implicaciones socio-científicas. La instantaneidad y la interactividad han transformado la velocidad de los ciclos de noticias y han impactado en la formación de la opinión pública, haciendo que los eventos de gran relevancia se desarrollen y se debatan en tiempo real.

Esto exige una reevaluación de las metodologías de investigación, priorizando el análisis de datos masivos (big data) y la etnografía digital para comprender las dinámicas de estas interacciones. La naturaleza volátil de la información en línea también ha generado debates éticos sobre la veracidad, la desinformación y el papel de las plataformas en la moderación de contenidos.

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Desafíos para el futuro académico

El estudio de la comunicación moderna también enfrenta desafíos significativos. La investigación se ve obligada a evolucionar constantemente para seguir el ritmo de las innovaciones tecnológicas. Por ejemplo, el surgimiento de la inteligencia artificial generativa (IAG) y el metaverso plantea nuevas preguntas sobre la autoría, la realidad y la interacción humana.

Los académicos deben analizar cómo estas tecnologías no solo alteran la forma en que nos comunicamos, sino también la percepción de la realidad y la construcción de la identidad. En este sentido, la interdisciplinariedad es crucial, ya que el análisis de la comunicación moderna requiere conocimientos de sociología, psicología, informática y estudios culturales para ofrecer una comprensión completa y matizada de su impacto.

 

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