Ayuno intermitente y dieta mediterránea: ¿combinarlos es mejor para perder peso?

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Un estudio reciente examinó cómo el ayuno intermitente combinado con la dieta mediterránea influye en adultos mayores de 60 años, comparando sus efectos con los de seguir exclusivamente la dieta mediterránea.

Los hallazgos indicaron que el grupo que añadió el ayuno intermitente experimentó reducciones más significativas en el índice de masa corporal, la circunferencia de cintura y cadera, además de una mejora notable en los niveles de presión arterial y glucosa en ayunas. Por otro lado, quienes siguieron únicamente la dieta mediterránea mostraron efectos más moderados, centrados principalmente en la presión arterial.

A pesar de los beneficios superiores del ayuno intermitente, el estudio destacó un aspecto importante: solo un 20 % de los participantes manifestó interés en adoptarlo como hábito a largo plazo. En contraste, la dieta mediterránea recibió aceptación total, con el 100 % de los participantes dispuestos a continuar practicándola.

 

 

La dieta mediterránea

La dieta mediterránea se caracteriza por un alto contenido de alimentos de origen vegetal, como el aceite de oliva, las legumbres, los frutos secos, las semillas, los cereales integrales y las frutas de temporada. Además, limita el consumo de lácteos y carne roja, mientras que el pescado destaca como la principal fuente de proteína animal. De esta variante surge también la dieta pesco-mediterránea, que pone especial atención en los beneficios del pescado blanco y azul, reconocido por su riqueza en proteínas, vitaminas y minerales, y por su vínculo con una mejor salud cardiovascular y una mayor esperanza de vida.

En contraste, la dieta occidental prevalente en regiones como Estados Unidos y Europa del Norte se caracteriza por un alto consumo de productos ultraprocesados y carnes de baja calidad provenientes de la ganadería industrial. Este patrón alimentario ha contribuido significativamente a la epidemia de obesidad y al aumento de enfermedades cardíacas, incluso frente al progreso médico en su tratamiento.

 

 

El ayuno intermintente

El ayuno intermitente, por su parte, pone el énfasis en el momento de comer en lugar de los alimentos que se consumen. Sus modalidades más habituales incluyen periodos de ayuno que oscilan entre 12 y 16 horas, restringiendo la ingesta a una franja horaria específica del día.

Aunque puede representar un desafío para muchas personas, este enfoque reactiva mecanismos biológicos inherentes, promoviendo la quema de grasa, mejorando la sensibilidad a la insulina y favoreciendo procesos de reparación celular. El beneficio más visible, y quizás el principal atractivo para quienes lo adoptan, es la pérdida de peso.

 

 

Según los expertos, combinar ambas estrategias —un régimen alimenticio rico en nutrientes, con un consumo reducido de carnes rojas, junto con un esquema estructurado de horarios— podría ser fundamental para prevenir enfermedades crónicas y optimizar la calidad de vida. No obstante, adherirse al ayuno intermitente puede resultar complicado, especialmente en poblaciones mayores donde los patrones de comida están profundamente arraigados a nivel cultural.

 

Texto: WSV / Agencias
Foto: Difusión

 

 

 

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