Amistad

 

La amistad es una forma de amar. A este respecto Cicerón escribió sobre la amistad en “De amicitia”. Aristóteles y Santo Tomás de Aquino escribieron también sobre el tema.

La amistad tiene que ver con la simpatía y la confianza entre personas que no son familia. Pero puede haber amistad entre padres e hijos, a todas luces beneficiosa tanto para los hijos como para los padres. Es una especial confianza, que significa cariño, no reñida con el respeto. Entra dentro del cuarto mandamiento de la Ley de Dios. Están incluidos en este mandamiento no solo los deberes de los hijos hacia los padres, sino también los de los padres hacia los hijos. Amistad y respeto que hay que referirlos también a los familiares cercanos: abuelos, hermanos, tíos, primos, etc., así como a los tutores, profesores, empleadas del hogar, etc. También el cuarto mandamiento manda respeto y obediencia a las autoridades (siempre que no se contravenga la Ley de Dios).

Ni el aborto ni cualquier muerte provocada de un hijo, sea la edad que sea, son actos legítimos (aunque sean legales). El asesinato de un hijo es antinatural. Tales actos son profundamente contrarios a la amistad, al amor (el amor es amistad en alto grado). Son contrarios al cuarto y al quinto mandamientos de la Ley de Dios.

La amistad entre los esposos es una amistad especial, íntima, que abarca cuerpo y alma, cuyo fin primordial es el de engendrar nuevas vidas, prolongación de la de ellos. Constituye una unión de personas, con una mutua reciprocidad. Es el mayor grado de amistad que puede darse entre seres humanos. Por eso, son bienes del matrimonio la indisolubilidad y la fidelidad (“hasta que la muerte nos separe”).

El Prof. Hervada decía: “Si bien es cierto que el matrimonio es una unión de varón y mujer para una obra o empresa común, para unos fines específicos, en un plano más profundo y radical es una unión de personas en las personas. Más exactamente es una unidad en las naturalezas, fórmula que expresa en un plano científico, la dicción bíblica ‘una caro’, una sola carne.”

También decía: “Si el bien de la unidad y el bien de la indisolubilidad son esenciales por derivar de la esencia de la unidad en las naturalezas – son propiedades esenciales -, el bien de la prole, la fecundidad potencial y tendencial, es todavía más esencial, por cuanto la finalidad de la generación es el origen de que el matrimonio sea una unidad en las naturalezas.”

Y además: “Porque la fecundidad que se predica del matrimonio como esencial no son los hijos habidos, no son los frutos (la fecundidad efectiva), sino la ordenación o disposición de los factores esenciales del matrimonio a los hijos (la fecundidad potencial o tendencial).”

Abundando en lo anteriormente expuesto, ¿son diferentes los cerebros del marido y de la esposa? Así es, en efecto: por el hecho de ser de sexos distintos, los cerebros son distintos, aunque con aspectos comunes. En este sentido, los estudios biológicos demuestran las específicas diferencias neurales entre el hombre y la mujer, hecho que explica que la amistad conyugal tenga un matiz muy diverso que la que se da corrientemente entre amigos.

La amistad significa querer el bien a otra persona, que no puede ser temporal, sino permanente, con más razón si se trata de la amistad matrimonial. La fidelidad es para siempre, no para un tiempo.  Por eso, si un hombre y una mujer se unen con idea de divorciarse si las cosas van mal, ahí no hay amistad matrimonial, no hay matrimonio.

Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, hablaban en términos matrimoniales del amor a Dios, de los esponsales del alma con el Creador.

Dios es fiel, nos ama siempre Por eso, debemos amarle siempre, y siempre hemos de amar al prójimo (“próximo”), como imagen de Dios, y en especial al cónyuge (amor conyugal, uncidos con el mismo yugo).

Como prueba del amor de Dios hacia el hombre, Jesucristo dio su vida por la salvación de toda la Humanidad. Dios es Amor (aunque no sea correspondido).

Y el amor a Dios da una categoría especial al ser humano.

¿Qué sustrato neural tiene la amistad?  Es una pregunta cuya respuesta necesita una cuidadosa reflexión.

José Luis Velayos

Referencia: Diálogos sobre el amor y el matrimonio. J. Hervada. Nuestro Tiempo. Colección Cultural de Bolsillo. EUNSA, 1974

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