Cerebro, muerte, eternidad

 

Son realidades, cuestiones  distintas, aunque relacionadas entre sí: se dice que un ser humano está muerto cuando el electroencefalograma es plano, es decir, cuando el cerebro no responde, y en consecuencia, el sujeto entra, aunque de  forma diferente, en la eternidad.

Puede hablarse en términos científicos, biológicos, del cerebro y de la muerte; pero  prácticamente es imposible (son otros parámetros), muy difícil,  hablar en tales términos de la eternidad.

Para Aristóteles “la eternidad es tiempo que perdura siempre

Newton relaciona la eternidad con Dios: Él es eterno e infinito, omnipotente y omnisciente; esto es, “su duración se extiende desde la eternidad a la eternidad y su presencia del infinito al infinito”.

Hablar de “la inmortalidad del cangrejo” es una expresión popular hispana que se usa para indicar que una persona está distraída o fantaseando sobre algo.

Unamuno, angustiado por el tema de la inmortalidad, decía a este respecto::

El más profundo problema:

el de la inmortalidad

del cangrejo, que tiene alma,

Una almita de verdad …

Que si el cangrejo se muere

todo en su totalidad

con él nos morimos todos

por toda la eternidad

Según algunos, evitando que las células alcancen la senescencia quizá se podría lograr la inmortalidad biológica. Los telómeros, que son una especie de “tapa” al final del ADN, tienen relación con el envejecimiento celular, pues cada vez que una célula se divide, el telómero se hace un poco más corto; cuando finalmente se desgasta, la célula es incapaz de dividirse y muere.

No se puede obtener material genético indestructible, pero se ha comprobado que la longitud de los telómeros es uno de los factores involucrados en los procesos de envejecimiento y muerte celular. Probablemente, en el futuro,  la ingeniería genética de los telómeros podría conseguir alargar la vida.

La telomerasa es la enzima que reconstruye los telómeros en las células madre y cancerosas, permitiéndoles replicarse un número prácticamente infinito de veces. Pero ningún trabajo definitivo ha demostrado aún que la telomerasa pueda utilizarse en células somáticas para evitar el envejecimiento de los tejidos sanos.

Otro factor importante que influye en el envejecimiento son los llamados radicales libres, agentes oxidantes que causan el deterioro de las células y la muerte de las mismas.

En el síndrome de Cotard, el enfermo dice que está muerto e incluso en algunos casos niegan la existencia de determinadas partes de su cuerpo. Es una afección psiquiátrica que generalmente se puede dar a partir de los 60 años.

También los filósofos se han preguntado sobre la inmortalidad del ser humano o de otros seres vivos. Uno de los autores clásicos que más habló sobre el tema fue Platón, que presentó en sus Diálogos diversos argumentos. Los más famosos se encuentran en el Fedón, en la República y en el Fedro. Por el contrario, Epicuro y su discípulo romano Lucrecio pensaron que el alma era corruptible y mortal.

Pero el esclarecimiento más importante provino del pensamiento escolástico, y especialmente de Santo Tomás de Aquino, que explica que el alma es inmortal y sobrevive a la muerte del cuerpo, siendo su destino final el volver a unirse con el cuerpo de esa persona.

Realmente, algo parecido sostuvo en el siglo xix el filósofo materialista Ludwig Feuerbach en sus Pensamientos sobre la muerte y la inmortalidad (1830).

Según la RAE la eternidad es la “duración que no tiene principio ni fin”. Por eso, Dios es eterno porque ha existido y existe para siempre. Es dificultoso entender lo que sea la eternidad, ya que el ser humano vive en el tiempo, y parece incomprensible que no haya un antes y un después.

Pero biológicamente, podría decirse que la eternidad tiene su “marca” en los seres vivos, sean vegetales o animales, ya que por la reproducción en cierta manera se “eternizan” las especies.

Estrictamente, no se puede hablar de estructuras cerebrales que capten la eternidad. Sin memoria no se puede concebir lo que sea la eternidad. Por eso, quizá tales estructuras se localicen en el lóbulo temporal y en la corteza prefrontal, zonas muy ligadas a los procesos biológicos de la memoria.

 

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