El “combo” escolar

 

Tres años y algunos meses han pasado desde que Lucy Komisar, periodista de investigación norteamericana, culminó un reportaje sobre la realidad y problemas de los desayunos escolares distribuidos por el  Programa Nacional de Desayunos y Almuerzos Escolares en los Estados Unidos de Norteamérica, una investigación que se hizo con el apoyo de Investigative Fun, un proyecto del Nation Institute.

Es un buen pretexto reseñar el artículo que después publicó Lucy Komisar en el New York Time, para recordarla como una de las más importantes periodistas de investigación. Profesionalmente ella, no sabemos si decir que aborda, acomete o ataca, complejos y grandes problemas del periodismo, pues bien puede investigar sobre el tráfico de armas, de drogas, el tráfico de personas o la banca offshore, el lavado de dinero, los fraudes corporativos, la corrupción internacional, ¡En fin! Es más pequeña que alta, pero su ímpetu periodístico es gigantesco. Y algo más, ella forma parte de una organización de críticos y escritores enfocados en la preservación de la calidad del teatro, especialmente, el de Broadway y Off Broadway.

En el 2009, denunció las malas prácticas de Sodexo, una empresa de servicios de alimentos global a instituciones como las escuelas, colegios, hospitales, empresas públicas y otras, que exigía sobornos a sus proveedores. El artículo apareció en el diario “In These Time” y unos meses después, Julio de 2010, Sodexo pagó una multa de 20 millones de dólares por haber pedido sobornos.

En el artículo que ahora reseñamos (NYT. 8.12.11), por su relación con los problemas y obstáculos que en el proceso de implementación acechan a los programas sociales en nuestro país, mas si tenemos en cuenta, el incipiente desarrollo empresarial, tecnológico y de infraestructura de las cadenas de producción, procesamiento, transporte y servicios, para atender a usuarios como los alumnos de nuestras escuelas y colegios.

En su enfoque Komisar constata que entre las empresas que producen alimentos y las empresas que los sirven se ha establecido una alianza muy “íntima”, enfatiza Komisar, para actuar en un mercado cautivo como son los colegios y escuelas, de manera que los estudiantes están recibiendo alimentos de una calidad inadecuada, que los hace cada vez más gordos y enfermizos, mientras las empresas ven acrecentar sus ingresos y beneficios.

Esa íntima alianza, es decir colusión, incluye también a las autoridades políticas, que se prestan al propósito perverso de reducir la calidad de los desayunos y almuerzos que se ofrecen a niños y adolescentes a través de los programas sociales del país del norte.  Estas empresas, las coludidas, aprovechan el interés de las autoridades políticas de encuadrar su gestión en el marco de la austeridad fiscal del Estado, entonces les prometen a gestores y administradores de escuelas y colegios que reducirán los costos a través de la tercerización de sus servicios, dejando de lado la participación de los padres y a otros proveedores.

Así es como ingresan las grandes empresas, en realidad gigantescas, como Sodexo (Francia), Aramark (Filadelfia), Chartwells del Grupo Compass (Inglaterra), Tyson y Pillgrim´s, que ya controlan más de un tercio del total de programas sociales orientados a los estudiantes norteamericanos y que según Komisar, administran mal y explotan el negocio reconvirtiendo los buenos alimentos en malos.

El mercado al que nos referimos es muy grande. En los EE.UU., treinta y dos millones de niños y adolescentes reciben diariamente alimentos en las escuelas del Programa Nacional de Almuerzo Escolar, de esa población 21 millones de estudiantes reciben la comida gratis o a precios reducidos. Los desayunos le cuestan al Estado, aproximadamente 14 billones de dólares al año.

En este punto Komisar, explica el modus  operandi, de las grandes empresas. El Ministerio de Agricultura paga mil millones anuales por manzanas frescas, papas, pollos y pavos. Las escuelas reciben estos alimentos, unas los preparan ellos mismos; otros colegios y escuelas, no, los envían a las empresas procesadoras. Aquí emergen los problemas. La escuela recibe la caja de pollo a 11.40, si lo envía a la empresa procesadora, ese pollo retornará con un precio de 33.45 dólares la caja. Las papas fritas procesadas cuestan 14.75 dólares, mientras que en el mercado se paga 5,95 dólares. Además, que los procesadores de alimentos reconvierten los alimentos frescos y buenos, que son consumidos por los estudiantes con “el mismo valor nutritivo que la comida chatarra”, y se sirven cada vez menos frutas y verduras. Esta es una conclusión de las investigaciones de la Fundación Robert Wood Johnson.

Las mayores ganancias de las grandes empresas se acrecientan elevando el contenido graso y azúcares en los alimentos, una empresa como Chartwells reducía sus costos recortando los beneficios de sus empleados; en otros casos, se eliminan pruebas y exámenes de los alimentos, así como contratando personal no calificado para trabajar en las cocinas, entre otros.

¿Y qué hacen las autoridades de los colegios? Lo que ellos quieren evitar, a toda costa y costo, es tener problemas a la hora de servir los alimentos, que no se perturbe la administración del servicio. ¿Escándalos Qali warma? Pero hay un problema, que acuciosamente Komisar desbroza y nosotros los resumimos rápidamente. Las empresas (como Sodexo) tienen estrecha relación con las procesadoras de alimentos y otras, esas empresas hacen devoluciones que llegan al 14% del contrato, precisamente a cambio de los contratos. Estas devoluciones se mantienen ocultas de las escuelas y colegios, nunca se informa sobre ellas, pero ellas pagan el precio completo del servicio, porque las devoluciones son “embolsilladas” por las grandes empresas.

Como es comprensible, han surgido normas que establecen que las devoluciones deben revertir a las escuelas, pero en el mejor estilo de la cultura chola “hecha la ley, hecha la trampa”, los gringos, ahora se quedan con ellas con el pretexto del “descuento por pago puntual”. Y como ya sabemos la entidades del Estado, aquí “en el Perú como en la cochinchina” son negligentes y “demoronas” para pagar, entonces nunca hay descuento.

En todo este proceso hay muy pocas empresas que ganan cada vez más, pero también hay varios perdedores, como los campesinos y productores a quienes se compran los productos en su mejor estado y al menor precio, sin embargo, quienes pierden mas son los niños y adolescentes que, aunque las grandes empresas argumenten que “los niños no quieren comer alimentos más saludables”, son estos los que hoy tienen sobrepeso o son obesos, con tendencia a la reducción de su esperanza de vida por vulnerables ante la diabetes, las enfermedades cardiacas y el cáncer.

 

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