El efecto “TANOMOCHI”

 

Esta palabreja de origen ponja como “El Vampiro de Kumamoto” y su dilecta venenosa, se refiere a una asiática versión de nuestro “Pandero Criollo” que los nipones anclados en nuestras costas. –  (Arberto llegó a los seis años- crecidito ya, de la mano de su mami-tengo foto)-, convirtieron en fuente de piedad para paisanos en apuros y hoy, la “Diablura K”, emplea para alimentar ambiciones de tíos de ambos géneros, capaces de hacer cualquier cosa por un poco de dinero, o la falaz promesa de “una chambita” para el marido ocioso. En fin. De todo hay en estos huertos del Señor.

Hace unos días, cierta dama – que a lo peor, ahora también resulta “opinóloga al  Tanomochi” salió a escena, vía el canal que la cobija, para insultar abiertamente al ciudadano Presidente de la República, exigiéndole “que renuncie”. Triste situación la de esta dama, cuyo nombre omitiré por salud mental, enfundada en una toga más bien mortaja, de presagioso color oscuro y súper maquillado cutis, a nivel circense, que más convocaba tristeza que carcajadas.

Y esto sucede en nuestro país, mientras se festeja saqueos e incendios a locales públicos, en tanto, la organizadora de todo este bembé disfruta el tema oculta en su guarida de otoño y su primoroso “papi” se niega siquiera a pagar la multa que adorna la sentencia que se ganó por todas sus canalladas.

Esta colección de síntomas, califica para lo que cierto “opinólogo” (de los firmes), calificó no hace mucho de “país enfermo”.

La caótica situación que empezamos a vivir y quizás (Taita Dios, no lo quiera) podría agravarse en los próximos días.

Amerita un estudio a fondo -sin “Tanomochhi”, ni colleras de canal – que bien pudiera convocar una universidad, o un grupo de historiografos en serio.

Creo que los resultados de este trabajo, resultarían arrojando esclarecedores luces, sobre las tinieblas que ya empezamos a lamentar.

Claro que la convocatoria a este necesario evento, deberá cuidarse del “Tío” de la “K”, quien no hace mucho tuvo a punto de naufragio a todo un proceso electoral. ¿Y los custodios de este preso que usó los teléfonos de su prisión por espacios continuados de nueve horas como promedio? Bueno, ahí están, preparando el lunch de su gracioso “prisionero”, mientras el “Tanomochi” sigue rodando. En cuanto a la payasesca dama que se permite insultar a nuestro presidente, sólo nos queda evocar una huachafi-frase del pintoresco Monteverde: “Pobrecita… Hay que rezar por ella”.

 

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