El mensaje oculto del “cine gay”

shadow

 

Soy de las personas que buscan perfeccionar la filosofía de “vive y deja vivir”, que no se va por tontos y arcaicos prejuicios, me niego a aceptar que nadie me imponga la sentencia de que una cosa es “buena” o “mala”, ni siquiera la Iglesia, que como entidad humana, muchas veces se ha equivocado. Por ello no entró en remilgos ni pudores a la hora de ver una película encasillada en el género gay u homosexual.

Me molesta bastante el encasillamiento, pues no oigo hablar de cine heterosexual. El hecho que los protagonistas hayan escogido una opción sexual no hace a la cinta gay, pues puede ser un drama, una comedia, una “road movie” y, ¿por qué no? de terror. En fin, ya hay muchos cucufatos que tiemblan del miedo que uno de sus hijos vea un filme con homosexuales, ¡no se vayan a contagiar!

Hace muy poco se debatió el tema de la “unión civil” en el hemiciclo peruano, y muy aparte del desalentador resultado, que coloca al Perú como un país vetusto y prejuicioso, me quedó muy en claro que es una discusión abierta en nuestra sociedad, no había reunión familiar o amical en donde no se volviera tema ineludible de conversación. El debate está ahí, y no necesariamente representa a los congresistas que temen dar su posición de consciencia o en todo caso pliegan su voto a los poderes que los vayan a apoyar. Me da risa la colección de personajes que como gran defensa confiesan que tienen “amigos o parientes gays” salvo que no aceptan que tengan derechos.

Pero, el tema que quiero tratar en esta columna es delimitado, las películas donde intervienen personajes homosexuales. Primero que nada no son necesariamente pornografía, la mayoría de propuestas te muestra poquitísimas escenas íntimas, por lo menos mucho más suaves de las que vemos cuando vamos observamos una “tradicional y correcta” cinta de acción, donde la exposición del busto femenino parece ser imprescindible.

Uno de los casos que más resonó sobre el cine de temática gay fue el de Secreto de la montaña, la conocida cinta del taiwanés Ang Lee, protagonizada por Jake Gyllenhaal y el fallecido Heath Ledger. Se ganó el Oscar a Mejor Director, que debería entenderse como un automático pase al de Mejor Película, pero esta última estatuilla fue para Crash un filme que ni los críticos entendían cómo hizo para ser nominada. Un incorregible Jack Nicholson se burló de los “estirados” jueces que se dice “voltearon la decisión para no premiar un romance gay”.

Mi experiencia estos días revisando películas gays de distintas nacionalidades (norteamericanas, mexicanas, varias europeas, una cubana y otra peruana) es primero señalar que hay unas mejores que otras (como es obvio), distintos géneros y mucho menos escándalo del que debería esperarse. Son simplemente cintas, algunas de excelente facturas, que en festivales de cine de verdad (no como el Oscar) son ampliamente aplaudidas.

Lanzo algunos títulos donde más que bochornos, se van a encontrar con muy buenas propuestas: de Inglaterra, Bent (1997) sobre el drama de los homosexuales en los campos de concentración nazi, donde ser gay podía ser aún peor que ser judío para estos criminales asesinos. Es una opción fuerte, no por su contenido sexual, sino por la intensidad de las actuaciones de Clive Owen y Brian Webber.

Me gustó mucho la cinta mexicana Cuatro lunas (2014), donde sí se ven escenas sexuales, pero no son demasiadas ni tampoco tremendamente excesivas. Lo verdaderamente resaltable es el trabajo de cuatro historias sobre homosexualidad dentro de la clase media citadina. Habla de relaciones de pareja (que trascienden a la orientación sexual), de la búsqueda de la identidad, personas que llevan una doble vida hasta la vejez, y de intolerancia.

La española, A escondidas (2014), sobre la amistad entre dos adolescentes con una línea muy tenue que limita la simple relación amical de algo más profundo. No tiene escenas eróticas de ningún tipo, pero sí trata de una manera muy directa la realidad de los inmigrantes en España, el hostigamiento a los moros.

Intensa e interesante la cubana La partida (2013) se interna en la difícil situación económica de Cuba, la prostitución masculina, los sueños de un futbolista, el amor. Varios temas que se van deshilvanando en una producción fresca que tiene sus tomas íntimas, pero también mucho más que ofrecer sobre un país del que solemos ver películas de corte histórico, pero no tanto de su actualidad.

Posiblemente la que más me agradó fue Patrick 1.5 (2008) donde un error burocrático termina con una pareja gay sueca que adopta en vez de a un bebé de un mes y medio a un rebelde muchacho de quince años. Es un filme familiar, con momentos para reír y otros para reflexionar. Bastante recomendable.

No puedo cerrar esta columna sin mencionar Contracorriente (2010), la más valerosa propuesta cinematográfica peruana de los últimos tiempos. No tocan la homosexualidad con el efectismo de besos y desnudos de famosos como lo hizo Francisco Lombardi y la mala adaptación de No se lo digas a nadie. Se trata de una historia dentro de un pueblo pesquero, donde esas prácticas sexuales son tabú y que si una omisión tiene es que por etapas carece de ritmo. Igual merece verse.

Ahora queda claro el título de mi columna, el mensaje oculto del “cine gay” (me sigue molestando llamarlo así) es que no se debe juzgar un libro por su portada, sino por su contenido. He puesto varios ejemplos de excelentes cintas cuya mayor característica no es tener personajes con una sexualidad determinada, sino que son retratos humanos de distintos temas. Ya queda en cada quien darles una oportunidad, yo disfrute la mayoría.

 

Leave a Reply