El olvidado Sudamericano de 1963 en Bolivia

 

En 1961 la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF) otorgó a Bolivia la sede del Sudamericano de 1963, tras los torneos de 1957 en Perú y 1959 en Argentina. La selección boliviana arrastraba una pésima historia en este tipo de campeonatos, no obstante, se le concedió la organización de la competencia en los temibles tres mil 600 metros de altura de La Paz y la calurosa Cochabamba.

Sin embargo, los problemas arreciaron y Uruguay, con cinco títulos, declinó jugar, al igual que Venezuela y Chile. El cuadro sureño, que venía de quedar tercero en la Copa del Mundo que había albergado un año antes, alegó falta de garantías debido a la tensión diplomática entre Santiago y La Paz por el asunto marítimo.

Argentina, que tenía seis torneos, llevó un cuadro juvenil, el flamante bicampeón del mundo, Brasil, formó un equipo estadual, sin sus figuras mundialistas y Ecuador sólo a última hora decidió participar.

¿Y Perú? Ante el poco peso de los grandes de la región se lo consideró favorito para lograr el título en momentos en que, tras los fracasos eliminatorios para Suecia 58 y Chile 62, aparecía una nueva generación de jugadores entre los que empezaban a destacar Eloy Campos, Perico León, Alberto Gallardo. Con ellos estaban “Pitín” Zegarra, Adolfo Donayre y Rodolfo Bazán.

Pero lo que se vivió en La Paz fue un nuevo fracaso peruano. El equipo nacional, se vio envuelto, según denuncias de la prensa de entonces, en actos de indisciplina. Se aseguraba incluso que algunos jugadores habían asistido a una fiesta.

“La indisciplina, los engreimientos parecen haber estado a la orden del día en los cuarteles de nuestra selección en Bolivia”, advertía la crónica periodística que añadía que la juerga había tenido a los peruanos como sus grandes animadores.

Sobre Perico León, mencionaba que su actuación había sido pobre en Bolivia y cuestionaba que el cuadro nacional hubiera quedado confundido entre los coleros cuando todo hacía presagiar que el campeonato se lo habían puesto en bandeja.

Perú jugó seis partidos. Derrotó a los juveniles argentinos por 2 a 1 y luego hizo lo propio por igual tanteador a Ecuador. Obtuvo un magro empate 1 a 1 ante Colombia. Las caídas llegaron ante Brasil (2 a 1), Bolivia (3 a 2) y Paraguay (4 a 1).

Quedó en el quinto puesto, superando solo a ecuatorianos y colombianos.

El torneo, que al final ganó Bolivia, resultó por demás violento y mal intencionado. Caretas publicó una foto del arquero Andrada de Argentina desmayado en el suelo producto de un botellazo en la cabeza. Otra de Perico León en medio de una trifulca, y una del alero nacional, Tenemás, con los brazos levantados cuidándose de una agresión de los argentinos.

La política y la tensión diplomática también se dejaron sentir, pues el juego entre Bolivia y Perú, que terminó con triunfo local por 3 a 2, tuvo que ser interrumpido por unos minutos cuando sobre la cancha llovieron una impresionante cantidad de volantes que exigían la salida al mar para el país altiplánico.

La crítica peruana cerraba su análisis asegurando que la gente joven, la nueva selección peruana, no había dado fuego en Bolivia y había demostrado los mismos vicios y costumbres de anteriores elencos nacionales.

La blanquirroja empezaba entonces a pensar en las eliminatorias de 1965 rumbo a Inglaterra 66, en las que tendría que vérselas con Uruguay y Venezuela.

 

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