Entrenados para matar en playa La Tiza (V)

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Con escalofriante serenidad, los estrategas del Plan Cipango, designaron  la playa limeña de La Tiza como el centro de entrenamiento del Grupo Colina, para entrenarse en el manejo de armas y sepultura de las víctimas que engrosaron la lista de los “desaparecidos”.

Las macabras misiones del Grupo Colina no fueron “dalos colaterales” excesos o “errores”, sino de aniquilamiento al extremo de que las camionetas militares salían siempre provistas de palas para enterrar a sus víctimas y el hecho de que NUNCA se enfrentaron en combate a los terroristas.

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Su misión era  exclusivamente de aniquilamiento, secuestrando a sus víctimas indefensas, torturándolas, asesinándolas y enterrándolas como sucedió en las matanzas de Barrios Altos, La Cantuta y Pativilca, así como de periodistas como Pedro Yauri y el dirigente gremial, Pedro Huilca.

En todos los casos los verdugos encabezados por el entonces mayor EP (a) Santiago Martin Rivas recibieron las órdenes expresas de matar a través del Servicio de Inteligencia Nacional, SIN, a cargo de Vladimiro Montesinos, el asesor y hombre de confianza del ex mandatario, Alberto Fujimori.

En esos preparativos macabros la cúpula militar de ese entonces designó la playa de La Tiza para el entrenamiento del Grupo Colina, de acuerdo a las confesiones de los miembros del Grupo Colina, es decir actuando con premeditación, ensañamiento y ventaja…por lo que no “incurrieron en errores” o “excesos”.

Pedro Supo, ex agente del destacamento militar, contó que el  entrenamiento se realizó sin armas, incluso la misma tarde del crimen en la casona del jirón Huanta.

El ex agente del destacamento militar Colina declaró durante el juicio oral seguido al ex presidente Alberto Fujimori, que ensayaron hasta ocho veces antes de perpetrar en 1991 la matanza de Barrios Altos.

Ante el interrogatorio del fiscal adjunto Avelino Guillén, narró que ensayaban en la playa La Tiza “en seco” (sin armas) el operativo, incluso la misma tarde la matanza y  el operativo estuvo al mando del mayor Santiago Martin Rivas.

A lo verdugos  inicialmente les informaron que el operativo realizado en una quinta de Barrios Altos era para capturar a los simpatizantes de Sendero Luminoso -presuntamente infiltrados en la pollada-, pero en el momento del operativo se dieron cuenta que el objetivo de la incursión era ubicar, identificar y eliminar a los presuntos terroristas.

El único “error” que admitieron los comandos asesinos era la muerte del niño de 8 años, Javier Ríos Rojas, quien se abrazó a su padre suplicando que no lo mataran. Los dos fueron ametrallados porque la orden era no dejar testigos.

Asimismo, narró que luego del crimen el escuadrón volvió a la playa La Tiza y fue allí que se increparon entre ellos por la muerte de un menor de edad pero después en  ese mismo lugar celebraron con torta y cervezas la misión cumplida como si hubiese sido un “combate antiterrorista” lo que era una matanza a sangre fría.

Bautizo de sangre

Supo aseveró que los miembros de Colina eran “bautizados” al interior del destacamento con la asignación de un asesinato que era ordenado por su líder, Santiago Martin Rivas.

En su caso, su “bautizo” en el grupo Colina se produjo en junio de 1992 con la matanza de seis de los integrantes de la familia Ventocilla, en el caserío de Balconcillo, en el norte chico, en la que también participaron otros miembros de este escuadrón.

Los ex comandos del grupo Colina, Julio Chuqui Aguirre, “El Enterrador” y Flores Albán confesaron cómo se ejecutaron las matanzas contra víctimas indefensas, por órdenes del SIN.

Agregó que, durante los operativos de aniquilamiento que Colina llevaba a cabo, los miembros del grupo siempre portaban picos y palas usadas para cavar las fosas en donde enterraban los cuerpos de sus víctimas, que era sepultados cubiertos de abundante cal.

Sus declaraciones coincidieron con las de  otro de los verdugos,  Julio Chuqui Aguirre, conocido como “El Enterrador” , quien fue el primer agente operativo que narró los crímenes de este comando de aniquilamiento.

Las órdenes de Montesinos

El  ex integrante del grupo Colina, Marco Flores Albán, sostuvo que el entonces asesor presidencial Vladimiro Montesinos, fue quien dio la orden para eliminar a las quince personas que realizaban una ‘pollada’ en un solar en Barrios Altos, el 3 de noviembre de 1991.

Esta declaración la formuló durante el juicio que se le siguió al ex presidente Alberto Fujimori por los crímenes cometidos en Barrios Altos y el asesinato de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta en julio de 1992.

https://www.youtube.com/watch?v=3ABx2dqcbAg

 Flores Albán refirió que escuchó una conversación, días después de la matanza en Barrios Altos, en la que el ex coronel Fernando Rodríguez Zabalbeascoa, comenta que le pidió “luz verde” a Montesinos, para iniciar el ilegal operativo en esa zona de Lima.

Fue entonces que Rodríguez Zabalbeascoa afirma que Montesinos le dice “sácales la m…” ( a los supuestos terroristas que participaban en un actividad social en el jiron Huanta ), en una conversación en la que  estuvo presente por ser hombre de confianza y donde también estuvieron también estuvieron los ex jefes del grupo Colina Santiago Martin Rivas y Carlos Pichilingue.

Nacimiento del Grupo Colina

Flores Albán manifestó que entre febrero y junio del año 1991 se dedicó junto Martin Rivas y Pichilingue, a evaluar documentos incautados a Sendero Luminoso por la Policía Nacional, en la sede de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo.

 Cuando culminó ese trabajo, retornaron al Servicio Nacional de Inteligencia (SIN), y en setiembre de 1991 se realizó la ceremonia oficial que dio inicio a las actividades de este destacamento, el cual tomó el nombre del oficial de inteligencia “José Colina”.

La razón era “rendir homenaje” al fallecido oficial José Colina, quien llegó a infiltrarse entre los terroristas , pero por error fue eliminado por sus compañeros de armas durante una operación militar.

Desde ese momento los miembros de grupo Colina recibieron entrenamiento militar de allanamiento a inmuebles y prácticas de tiro en la playa la Tiza y quien dirigía estos entrenamientos era Martín Rivas.

De acuerdo a sus declaraciones, las actividades criminales  del grupo Colina fueron encubiertas y respaldadas por coroneles y comandantes generales de esa época.

Esto se explica, indicó, con la felicitación que recibieron los “colinas”, luego de las operaciones criminales que realizaron.

Cuando este grupo fue desactivado recibió la orden de eliminar la documentación, pero solo quemó algunos y otros los guardó, hasta que al entregarse a la justicia los entregó, decepcionado por el grado de corrupción alcanzado por los altos mandos del Ejército.

 Sostuvo además que Pichilingüe le comentó en 1992 que los miembros de esta agrupación criminal iban a ser favorecidos con una amnistía por los crímenes cometidos en La Cantuta y Barrios Altos, como sucedió.

¿Fueron errores o excesos las matanzas del Grupo Colina?. A lo largo del proceso judicial se estableció que obedecieron órdenes superiores para secuestrar y asesinar a sus víctimas que, aunque parezca inimaginable, no eran acusados ni investigados policialmente por terrorismo sino por órdenes de la cúpula militar en ejecuciones extrajudiciales y, por lo tanto,  crímenes de lesa humanidad.

 

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