El hombre es un animal, pero con importantes diferencias con respecto a ellos:
Presenta una dotación cromosómica diversa de la de los animales (junto con la bioquímica de sus cromosomas), que determina su conformación somática.
Su columna vertebral, con sus curvaturas, está adaptada a la bipedestación; situación que permite que los miembros superiores tengan gran libertad de movimiento.
El movimiento de oposición entre el pulgar y el índice explica la habilidad del hombre para manipular objetos, escribir, dibujar, etc. Se dice que esta condición fue importante para el espectacular desarrollo de nuestra civilización.
La representación en el cerebro humano de la motilidad de pulgar e índice en el área motora es relevante; curiosamente, vecina a la correspondiente a la motilidad de las zonas oral y facial, relacionadas con el habla. Es destacable la representación cortical de la fina sensibilidad de estos dedos.
La existencia de neuronas espejo en amplias áreas de la corteza cerebral explicaría muchas cuestiones funcionales diferentes que en los animales.
Los animales son irracionales; no pueden pensar, decidir, amar. El hombre, en cambio, es un animal racional, en un nivel superior a los demás animales. De ahí su gran dignidad. Es el más respetable de todos los animales, lo que no quiere decir que sea natural el abuso de los animales y el animalismo, actitud ésta que además degrada al ser humano.
(El Neandertal tuvo un desarrollo intelectual inferior al del Homo Sapiens, pero muy superior al de cualquier animal).
Los animales no tienen las capacidades de que disfruta el hombre; pero han de ser protegidos por el Derecho, pues respetar a los animales es respetar a la naturaleza, que ha sido creada por Dios. Y una de las razones para no desdeñar el valor de los animales es el hecho de que las mascotas constituyen en numerosos casos un remedio psicológico a la soledad de algunas personas.
La consciencia y, especialmente la autoconsciencia, es propia del hombre. El animal no sabe interpretar sus sensaciones e instintos.
El hombre dispone del gen FOXP2, determinante para el desarrollo de las áreas cerebrales del lenguaje, un lenguaje cargado de símbolos, muy diverso a la comunicación de los animales mediante simples gruñidos, graznidos, mugidos, etc.
El hombre posee una corteza prefrontal (la parte anterior del lóbulo frontal) mucho más desarrollada que en los demás animales; corteza que tiene relación con la previsión temporal y la toma de decisiones.
La fabricación de herramientas, de utensilios, así como llevarlos consigo, es algo que ningún animal ha hecho ni lo hace en la actualidad.
Es lógico el gran desarrollo del encéfalo humano, con lo cual, la capacidad craneal del hombre es muy superior a la de cualquier animal, incluidos los primates. El hombre es un primate privilegiado.
Desde el inicio de los tiempos el hombre siempre ha sido capaz de distinguir entre lo que es correcto y no correcto, de sacrificarse por los demás, de plantearse la existencia de un más allá.
Son propios del ser humano la creatividad, la sensibilidad artística, el soñar despierto y el sentido de la trascendencia, que explica que desde tiempos inmemoriales los hombres hayan practicado enterramientos.
Y son del ser humano, además de la racionalidad, la libertad, la eticidad (moralidad).
Por eso, la discapacidad no invalida la naturaleza racional del hombre y por tanto, que sea acreedor del máximo respeto. En algunos casos no podrá andar, leer, escribir, hablar, pensar, etc., pero se trata de un ser humano, tanto (o más) digno que un hombre o mujer en pleno dominio de su ser.
Por eso, no es natural tratar al hombre como si fuese un animal más. A este respecto, viene a cuento el encerramiento de Don Quijote en una jaula, arrastrada por bueyes, llevándolo engañado a su pueblo. Probablemente la humanidad esté engañada por slogans, dogmatismos, campañas de opinión, modas, y por tanto, en cierto modo, enjaulada.
Otra característica del ser humano es el manejo de símbolos. Los símbolos significan realidades, captadas de una forma alegórica, metafórica o analógica. El hombre, y no los animales, siempre ha manejado símbolos.
He aquí algunos significados que se han atribuido a algunos símbolos, en que el significante es un animal:
Águila: dignidad
Asno: constancia (el Señor entró en Jerusalén el Domingo de Ramos montado en un borrico)
Caballo: lealtad
Cerdo: suciedad
Cordero: docilidad
Gallina: maternidad
Gallo: orgullo
Gorrión: abandono
Hormiga: solidaridad
León: autoridad
Liebre: velocidad
Lince: sagacidad
Paloma: sencillez
Pavo: vanidad
Perro: fidelidad
Pez: los primeros cristianos
Serpiente: rebuscamiento
Toro: empeño
Tortuga: pereza
Vaca: parsimonia
Zorro: astucia
ideasclaras.org – José Luis Velayos