Fuente de conflictos

 

Si se busca la relación sexual como mero medio de placer, se pervierte la relación. Si la sexualidad no se vive correctamente puede ser fuente de frustración, de egoísmos y puede dar lugar a infidelidades, abusos sexuales, uso habitual de anticonceptivos, embarazos no deseados, rupturas de parejas y de matrimonios, abortos, etc. Es noticia diaria la violencia entre parejas, el pasado julio ha sido considerado como un mes de mayor número de mujeres asesinadas por su pareja o expareja. Por tanto no es indiferente el modo de vivir la sexualidad: nos puede dar muchas alegrías y hacernos mucho bien, o por el contrario un gran mal para uno mismo y para la pareja o la familia.

Las relaciones sexuales fuera del matrimonio no son manifestaciones legítimas de amor;  prevalece el deseo de satisfacer del placer sexual. La pureza en el amor -tanto en el noviazgo como en el matrimonio- refuerza el verdadero amor y la fidelidad. La impureza deteriora el amor, lleva a confundir el deseo con el amor, favorece el egoísmo y pone en peligro la estabilidad del amor. Son datos comprobables en la vida diaria. Basta no querer cerrar los ojos y tener la sinceridad y la valentía de reconocer los propios errores.

Otra fuente de conflictos es caer en el error de ir contra nuestro propio cuerpo, como si la orientación sexual fuera una mera opción cultural desligada de la biología. Eso sería negar la evidencia, lo obvio, lo que en siglos y siglos de historia de la humanidad se ha vivido pacíficamente, independientemente de creencias y costumbres: el hombre nunca podrá ser mujer, y viceversa.

La inclinación sexual contraria al propio sexo son excepciones que no pueden justificar cambiar el sexo, porque objetivamente, biológicamente, no es posible cambiarlo por mucho tratamiento hormonal o quirúrgico que se apliquen. Solo se conseguirá una cierta “apariencia”, como un disfraz,  pero nada más, con la frustración consiguiente de no poder cambiar la naturaleza.

Esa no es la solución, no puede serlo.  Si esas personas reconocieran lo anómalo de su inclinación, en no pocos casos provocada conscientemente, estarían en condiciones de poder reorientarla adecuadamente.

Jesús Martínez Madrid

ideasclaras.org

 

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