Jefe de sicarios Zetas será condenado en EEUU

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En enero próximo una corte federal de San Antonio, Texas, dictará sentencia contra el más  siniestro jefe de sicarios de Los Zetas, Marciano Millán Vázquez, cuyo sadismo llegó al asesinato de una niña a hachazos, delante del desesperado padre, confiado en que los jueces mexicanos corruptos lo librarían de todo mal, ante el terror que desataba con solo mencionar su nombre.

El jurado estadounidense lo declaró culpable de diez delitos entre ellos homicidios y narcotráfico, en su perversa trayectoria como el capo del cartel Los Zetas en Coahuila, donde perpetró sangrientas masacres en los municipios mexicanos de Allende y Piedras Negras.

De acuerdo a los expedientes, entre los crímenes más estremecedoras figura el descuartizamiento a una niña a hachazos, delante de su padre, aparte de una docena de personas que ejecutó con las más crueles modalidades y después “cocinó” los cadáveres en barriles con ácido.

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El despiadado criminal solía asistir a misa los domingos en San Antonio, donde rezaba de rodillas para tratar de ocultar su personalidad sanguinaria, seguro de que nadie se atrevería a delatarlo,

Para juzgarlo por sus horrendos crímenes perpetrados  en México, los fiscales de la Corte de Texas utilizaron un apartado especial de la ley que lo permite,  marcando un hito en la justicia estadounidense contra los asesinos que trasponían la frontera.

Pese a que el abogado defensor de Millán, Jaime Cavazos, alegó que todas las historias vertidas en el juicio carecían de pruebas, el fiscal Russell Leachman, reunió  evidencias –desde registros telefónicos hasta la muerte de un informante– que condenaban al acusado.

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Ante este nuevo giro judicial, varios de los testigos  describieron las actividades de Millán Vázquez en la organización criminal de Los Zetas, y contaron sobre los sobornos que hicieron para comprar autoridades en el estado.

Por ejemplo, Adolfo Efrén Tavira Alvarado, exgerente de programación de Televisa, rindió su testimonio en el juicio y confesó que Los Zetas “controlaban la policía municipal de Piedras Negras. También compraron mandos de la Policía Federal y algunos miembros del Ejército y tenían arreglos con la PGR. “Con la Marina no pudieron”, dijo.

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“Supe de una contribución que le entregaron al gobernador en el año 2012. Era para el gobernador Rubén Moreira, no sé cuánto dinero era. Estuve presente en una entrega pero me salí antes de que se realizara la entrega. Fue en el Rancho de Beto Casas. Le entregaron una Suburban llena de maletas de dinero, pero no supe la cantidad”, precisó.

Otro de los testigos, Rodrigo Humberto Uribe Tapia, hijo de un exalcalde de Piedras Negras que tiene dos hermanos desaparecidos, aseguró que se desempeñó como operador financiero de Los Zetas y que entregó cuatro millones de dólares a funcionarios de la administración de Humberto Moreira para comprar protección a la organización criminal.

J. Rodríguez, un ciudadano estadounidense  con residencia en Texas, abrió la parte del caso del gobierno que se enfoca en lo sucedido en Allende, un pueblo cercano a Piedras Negras, donde en marzo del 2011 comandos de Los Zetas supuestamente demolieron gran parte del pueblo y secuestraron a varios residentes, a quienes nunca más se les volvió a ver.

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Conforme entregaba 1 millón de dólares en procedencia de drogas a Millan y a otros Zetas en 2011, supo que Mario Alfonso Cuéllar, mejor conocido como Poncho Cuélar, y su mano derecha, Héctor Moreno, había dejado el cartel y que eran sospechosos de ser soplones, testificó Rodríguez.

Rodríguez dijo que además de ser de alto rango, Cuéllar era también el padrino de los hijos de Omar Treviño Morales, “Z-42”, quien entonces era el tercer líder en el cartel, después de su hermano, Miguel Ángel Treviño Morales, mejor conocido como “Cuarenta” o “Z-40”.

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Cuéllar, según testificó Rodríguez, también era sospechoso de robar alrededor de 10 millones de dólares de los Treviño. Las órdenes eran “vayan y recogen a cualquiera que huela como Poncho Cuéllar”, testificó Rodríguez. Dijo que Millan y otro alto integrante le pidieron ayuda para obtener las direcciones donde Cuellar pudiera ser ubicado.

El Fiscal Asistente de EU, Russell Leachman preguntó si los niños deberían ser levantados también, y Rodríguez dijo que no importaba: “mujeres, niños, adultos”. Algunos no tenían nada que ver con el cartel o las drogas, dijo Rodríguez.

“Había muchas personas… más de 300 personas”, testificó Rodríguez, relatando lo que dijo que le dijeron integrantes de alto rango del cartel para quienes trabajaba.

Eran personas de Allende, Morelos, Acuña, Piedras (Negras), las áreas circunvecinas”, respondió Rodríguez, citando pueblos en el estado de Coahuila. Tan solo en Piedras Negras, “me dijeron que tenían 40 personas arrodilladas, y ellos solo pum pum pum”, testificó. “Los mataron”.

El Fiscal Asistente de EU Ernest González, del Distrito Este de Texas, procesó a Cuéllar y dijo en una entrevista telefónica el martes que Cuellar cumple una condena por cargos relacionados a tráfico de drogas.

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Dijo que Cuéllar ha cooperado y testificado en tres ocasiones en juicios federales en Texas contra otros operadores de Los Zetas.

Rodríguez fue sentenciado a cadena perpetua después de un juicio en San Antonio en 2014, sin libertad condicional por narcotráfico y conspiración en el secuestro de un hombre de Eagle Pass quien fuera retenido por un rescate de 2 millones de dólares relacionados a la pérdida de un cargamento de cocaína.

Rodríguez dijo que estuvo de acuerdo con testificar para el gobierno en varios casos a fin de obtener una reducción de sentencia a 25 años.

Ante la corte federal testificó acerca de otras personas que le dijeron fueron asesinadas por el cartel en otras ocasiones, incluyendo Victor Cruz, su esposa, uno de sus hijos pequeños, y un amigo de su hijo. Otros, dijo, incluyeron al ciudadano de EU Severino Abascal Villarreal, de quien el cartel sospechaba había ayudado a agencias policiacas de EU, y su novia, Alejandra Vanely Silvia Luna.

Rodríguez dijo que comprobó con Millan acerca del paradero de Abascal de parte del padre de Abascal, pero el temible sicario  le dijo que “dejara de preguntarle. Lo acabamos de terminar de cocinar… en ácido”.

 

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