Kimberley vale un Perú

 

Gabriela Kimberley García León subió al podio dos veces en el Mundial de Atletismo del año pasado realizado en Oregón, Estados Unidos, donde se consagró bicampeona mundial en una actuación sacada de un cuento de hadas.

El Comité Olímpico Peruano con toda justicia la consideró la mejor deportista del 2022. Un merecido galardón para la inquieta atleta huancaína que se postula a convertirse en la atleta del siglo si en la Olimpiada de París refrenda lo logrado en el país del Tío Sam.

En la Huaca Pucllana de Miraflores se realizó el último lunes la premiación a los mejores atletas y entrenadores del 2022. Kimberley atrajo los focos de atención en esa singular forma de reconocer que todo lo que ha hecho, aunque para ella es una mochila a medio llenar.

El atletismo peruano desde Julia Sánchez Deza que logró la primera medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Buenos Aires en 1951 al vencer en los 100 metros planos a la super favorita estadounidense Jean Patton, se han encadenado logros apilados en el recuerdo glorioso de nuestros atletas que han escrito páginas de oro.

De hecho, que en el Perú ser un atleta de alta competencia supone el esfuerzo del atleta, su familia y el escaso apoyo que recibe del gobierno en un país como el nuestro carente de muchas necesidades.

El logro de una medalla, cualquiera fuera el color, tiene detrás de un sacrificio y entrega, desvelos y mucha fuerza de voluntad ante una realidad en que el deporte es el hijastro apartado del gobierno.

No tenemos un Ministerio del Deporte como lo tiene Chile, por ejemplo, no hay una política deportiva que incluya el seguimiento científico de los atletas, una vigilancia médica permanente y el fortalecimiento nutricional.

Los Juegos Panamericanos de Lima 2019 fue un brinco de la informalidad al correcto desempeño dirigencial. Con especial atención a las diferentes infraestructuras y todo el aparato logístico que permitió llenar el vacío del cual, por qué no decirlo, somos medallistas del infortunio.

Acaso, si se nos permite decirlo, la mancha negra en Lima 19 fue la ausencia del básquetbol que, teniendo la ocasión de estar presente en el torneo, su lamentable ausencia se debió a la pelea interna de los dirigentes que marcan la línea de territorios apetecibles y el arrancamiento de todo lo que es posible apoderarse en forma ilegal.

Por ello, hacer deporte en el Perú es subir al podio del sacrificio para ser alguien que como Kimberley García necesitó del apoyo de sus paisanos, pero principalmente, de su familia.

Habría que pensar qué de cosas se podría lograr si el deportista recibe la ayuda que necesita y no habría que pasar bochornosos episodios en que organizar una pollada es la gestión cercana para llenar costos de necesidad primaria.

 

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