La dolce vita en Lima

 

Claro que éste es sólo un capítulo, pero hay quien sostiene que “la vida es un carrusel” y que en el fondo -como en una vieja canción- “se repite la historia, sólo cambian los actores”.

Trasladémonos a los estremecidos años setenta, que despidieron al mambo, las “Dolly Sisters” y el romanticismo de “Los Panchos”, para dar paso a los despeinados chicos de “La Nueva Ola” que hicieron furor entre los veinteañeros de entonces.

Claro que la bohemia de entonces, era sólo una gruesa caricatura de la que viera Lima allá por los 20’s y los 30’s, pero -para que no se diga- también “tuvo lo suyo”, conforme reconocen nostálgicos colegas que hoy sobreviven en el “Canevaro Club” de “Paseo de Aguas”. En fin, vamos a la historia, como quien revive el cuento.

Desde que el blanquecino polvo estimulante, invadió las altas esferas sociales e intelectuales de esta Lima, los “niños bien” se sintieron al margen y por encima de cualquier prohibición legal o dispositivo policíaco, que reprimiera la venta o el uso y abuso del clorhidrato de cocaína. Es más, muchos “infartos al miocardio”, o sorpresivos “ataques al corazón”, convenientemente silenciados “por el médico de la familia”, han hecho imposible para siempre, celebrar  un fúnebre recuento de los encopetados muertos por sobredosis, en tinieblas de “paraíso artificial” y desenfrenos de sexo que el viento se llevó.

Ahora, quienes participaron de la última noche de cierta jovencita que “se pasó de vueltas”, han evadido “la mala fortuna” de acceder a la página policial, por la misma razón que impide esclarecer el hallazgo reiterado de un par de toneadas de “la firme”, en el local empresarial de ciertos herederos de un expresidente, hoy en trance de partir “al otro barrio”.

El Perú, según saben los veteranos del oficio periodístico, es en realidad, “varios perúes”, donde algunos –por casi nada- van a la cárcel y otros -por casi todo-  vuelan a España, como puede saber cualquiera que descrea de los “chanchos voladores”.

No en vano, cabe recordar que una noche de 1970, el país se quedó sin detectives, cuando el FBI, alertó al gobierno militar que  los policías  anti-narcóticos, habían constituido un  millonario grupo  exportador de droga, con selecta clientela en Estados Unidos y algunas capitales de Europa.

El escándalo duró largo rato, pero como suele suceder en nuestras playas, de pronto, un negro cortinaje de olvido ensombreció el escenario para siempre.

Otros personajes tomaron la posta y hasta hoy -por ejemplo- es un enigma para pensadores, “adivinar”, como llega -y por toneladas- la cocaína a nuestro primer puerto siendo así que dicho nefasto producto, se refina en laboratorios clandestinos de nuestra frondosa selva y que entre ellos y el transporte marítimo, hay más de cien puestos de afiebrados policías.

Y además, se sabe que el oficio más socorrido de “los palomillas chalacos”, es el “preñe” de los containers que viajan al gran mundo, declarando llevar una inocente carga” que a nadie sorprende. Y cualquier delación por “anónima que pretenda ser, es “premiada” a balazos, por sicarios de a cien mangos.

 “UN CAPRICHO DEL AYER”

Pero lo que ayer, era tildado  de “capricho social”, “diletantismo”, “esnobismo” o “hedonismo intelectual”, ha trascendido las “doradas barreras”, para además de la furia exportadora, transformarse en trasfondo habitual de cualquier borrachera o derivar sus asquerosos sub productos, a la hedionda “pasta” que fuma cualquier grupo de pilletes adueñados de la esquina.

El auge de la cocaína, que ha conquistado mundos tan lejanos como Canadá, Turquía y la hoy próspera China, donde nadie extraña a Mao, ha desplazado -por lo menos entre nosotros- al opio de los viejos chinos -que reemplazaron a los esclavos yorubas, lundús y otras tangas- se ha convertido en el soporte de poderosas transnacionales del vicio, capaces de comprar flotas enteras de cruceros-cabarets- líneas aéreas, cadenas hoteleras, bancos de socapada historia, y en fin, islas enteras, como la que le fuera incautada al exnarcotraficante Carlos Lehder, que hoy purga cadena perpetua, aparentemente delatado  por sus competidores de los cárteles de Cali y Medellín, que tienen “brokers” y representantes, prácticamente en todo el mundo.

¿Y QUÉ OPINA LA OMS?

La Organización Mundial de la Salud, otorga al clorhidrato de cocaína, el calificativo de “placer que mata”, precisamente, por su asociación con la ingesta de alcohol, su tremenda capacidad de inhibir los frenos morales… y su aceleración del ritmo cardíaco, que en ciertos casos, desplaza humores líquidos, que terminan paralizando mortalmente los pulmones.

 TIEMPOS DE “LA REINA RAQUEL”

Hacia 1965, ”todo Lima”, conocía las actividades y “relaciones” de “La Tía Raquel”, dama de antigua belleza y sonados amoríos con encumbrados personajes que a su vez fueron emblemas de la riqueza, la política, la intelectualidad y la llamada “aristocracia”, que allá por los tiempos de Leguía, se deleitó con la morfina y las cachimbas de opio. Ya, para el 65, Doña Raquel, se había convertido en la indiscutible “Reina de la Noche”, enaltecida en su mansión de San isidro.

En ese vistoso “display” se daban cita noche a noche, luminosas figuras, deseosas de “aliviar las tensiones”, o vivir excitantes momentos de intimidad, con jóvenes y bellas mujeres que, por lo general, vivían una doble vida.

Durante el día, se mostraban recatadas y discretas en todos los aspectos. En tanto, el anochecer, operaba en ellas, una suerte de hechicero desdoblamiento. Un misterio que las convertía en alegres y seductoras cortesanas que, previa llamada de “La Tía Raquel”, sólo tenían que esperar un  “Packard” color crema,  conducido por un fino caballerete de equívocos modales, apodado “La Cigüeña”, que honrado su apelativo, recogía a “sus bebés”, para conducirlas al goce de la noche, envueltas en música, tragos, y la cocaína, que ya, para entonces, había ganado los más lustrosos escenarios, más por fuerza de la abundancia, (el Perú ya lucía como primer productor mundial de la rendidora hoja de coca), que a la facilidad de adquirirla sin mucho requiebro que se diga.

“LOS INVITADOS” DE RAQUEL

La calidad de los concurrentes a los diarios “saraos” de Doña Raquel”, llegó a ser de tal categoría, que, cuando ya anciana, debió comparecer ante los tribunales, el ingenio popular aseguraba que fue capaz de responder a uno de sus “altos juzgadores”: -¿Cómo?… ¿Ya no te acuerdas de dónde quedaba mi casa?- En fin, anécdotas al margen , la “Tía” fue condenada por tráfico ilícito de drogas, sólo al final de su larga carrera como “Reina de la Noche” y sólo pasó un par de años presa, alternando su carcelería con eventuales “clinicazos” en establecimientos “de primera”, como cazaba a su prosapia “real”, mi estimado.

Ni uno sólo de sus rumbosos clientes, ni una sola de sus “mariposas”, debieron afrontar los sinsabores de la pesquisa policial, o los maltratos de la cárcel.

¿Y dónde fue a parar Doña Raquel? En este caso, como en muchas leyendas, hay varios finales para escoger. Para algunos, murió en olor de oscuridad, mientras “sombreados familiares” se disputaban su mediana fortuna… Para otros, sencillamente se ha reencarnado en otras tías -no tan encumbradas, pero “tías”, al fin como las de todos los tiempos. Porque como dicen viejo “enteraos” -la verdad, la verdad- las reinas de la noche… ¡Nunca Mueren”, compadrito.

 

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