La gran fruta

 

Cuentan que en cierto reino de aquellos de los “Cuentos de Hadas, el real monarca amaneció de muy malas pulgas y, entonces, pues, llamó ante sí al bufón de turno, que para el caso, desempeñaba el cargo de no sé qué cosa. Y lo recibió en los siguientes términos:

“Bufón, acabo de enterarme de que mi real majestad, ha dado positivo, en la prueba de pandemia que inventaron los chinos. La potencia fronteriza, acaba de declararnos la guerra. Nuestra moneda se ha ido por donde se fue el cura Padilla, y el “Gran Tesorero” ha huido, llevándose el “Real Tesoro”. Y por si fuera poco, se lleva de encuentro, a la “Real Majestad”, con quien hace tiempo y ni el “Real Brujo” me informaba de la cueca (ella me ponía los cuernos). Bueno, ahora, cumpliendo tu  real juramento: “¡Hazme reír, hijo de la guayaba… o mando que te corten la cabeza, por inútil”!

EN TIEMPOS DE LOS TRANVÍAS

Contaba mi viejo, que una señora, guapetona ella, llegó muy alarmada, a la comisaría, gritando que le habían robado la sencillera.

El señor Comisario, muy atento, le preguntó:

-Señora tenga la bondad de decirme ¿Dónde llevaba usted, su sencillera, en la cual afirma haber portado, nada menos que mil soles?

-Señor Comisario-respondió la denunciante- la llevaba aquí justo, donde termina la pierna y comienza la ingle”- dijo la interfecta.

-¿Y cómo es que no sintió las maniobras del ladrón? -quiso saber el policía

-La verdad, señor, es que si sentí. Pero no creí que fuera para robarme”- remato la doña.

¿Qué les parece?

 

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