La perversión de la política

 

La ciudadanía está observando los más recientes hechos de corrupción y, al mismo tiempo, de irresponsabilidad. Lamentablemente, entre los principales protagonistas se encuentran quienes, hoy en día, tienen representación política. No escapan a esta crítica quienes se encuentran en el ámbito del Poder Judicial. En uno y en otro caso, da la impresión palpable que poco les importa la salud moral del país.

Por eso hay quienes consideran que en nuestro país se ha olvidado que la acción política democrática, es fundamentalmente una lucha del pueblo por el pueblo. Léase mejor del ciudadano por el ciudadano. Hay tristeza, desaliento y disgusto, porque tan delicado problema no queda simplemente en el olvido. Va más allá, dado que en estos temas de encubrimiento de la corrupción política, participan mucha gente que peca de ignorancia. No están preparados y han dado múltiples de ello.

No vamos a repetir nombres ni apellidos. Eso está presente en el imaginario de la gente. Lo que si hay que recalcar  que la política supone implícitamente una cierta idea del hombre,  idea muchas veces falsificada y mutilada de donde se deriva una perversión de la política. Pero, qué otra cosa se puede esperar, cuando en los mal llamados partidos políticos y en la representación de los mismos, hay una suma mayoritaria de gente sin formación, que ni siquiera han recibido capacitación elemental y para quienes la ciencia política es algo que les resulta imposible de entender.

La historia política del país está colmada de antecedentes de esta índole. En este proceso republicano los individualismos han hecho mucho daño. Tenemos presente lo que viene ocurriendo en estos tiempos: los individualismos llamados liberales o los totalitarismos de derecha o izquierda, vienen causando estragos, porque unos y otros tienen una falsa concepción del hombre y la sociedad. Esos unos y esos otros  han hecho que se cometan errores, llegando al extremo que el hombre se ha convertido en el procreador de inhumanos horrores. Y se siguen multiplicando.

Que la lucha democrática debe seguir, claro que sí. Ella debe ser una lucha contra las sociedades y las ideologías que deshumanizan al ser humano. El pensamiento democrático debe aparecer como una respuesta permanente de todas las ideologías, pero requiere de una doctrina del hombre. Una doctrina fuerte que sin caer en el dogmatismo este animado por un propósito de certidumbre y rectitud. Y no como ahora en que el desaliento crece, porque los que se han involucrado en la política, en la mayoría de los casos, son personas a los que les acompaña la tristeza de la ignorancia.

 

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