La verdad política y la verdad verdadera

 

El 15 de noviembre se realizan las elecciones municipales en Paraguay.

Y representa un momento crucial para el destino presente y futuro de la nación.

Será la gran oportunidad para que el pueblo paraguayo demuestre a cabalidad que ha adquirido un nivel de conciencia crítica, política y ética de magnitud, haciendo que predomine un hecho trascendente: optar-elegir, y no simplemente votar, o algo peor: vender el voto.

Puede ser también la coronación del despertar de la paraguayidad, tan vivamente animada por la insurrección estudiantil de estos días, que está sacudiendo en profundidad la conciencia nacional

Pero también puede representar la ocasión para la reiteración de una costumbre de rebajamiento de la dignidad humana, y el mercadeo triste de la política: la compra-venta de los votos, que es una práctica desgraciada, y que en el momento presente tiene a su principal inspirador al Presidente de la República, Horacio Cartes, quien al final del proceso de las elecciones internas del Partido Colorado –La ANR-, dijo en forma descarada, que por primera vez la elección no fue financiada por el Estado, sino por su bolsillo, ofendiendo a todo el pueblo colorado y a toda la nación.

Al mismo tiempo afirmó que la casa presidencial era el comando de campaña de la ANR–El Partido Colorado, y que el objetivo era pintar de rojo todo el país.

Estas opiniones reflejan el nivel de mediocridad de quien las pronunció, y al mismo tiempo, reafirma que la política es un simple negocio, y que el proceso electoral es un momento más de la operación compra-venta.

Es una triste verdad, donde la hipocresía y el cinismo fueron al mercado electoral para recomprar votos.

Pero debemos precisar. Es una simple verdad política, verdad del que manda, verdad del que no tiene empacho en insultar a la ciudadanía, al pueblo y a toda la nación. Es la verdad del poderoso, es la degradación del verdadero sentido del poder servicio, para implantar el poder dominio, es decir, una dictadura con ropaje de democracia.

Este proceso que está en marcha para elegir a ciudadanos que serán autoridades municipales, –no comprar votos–personas-, es un momento de deslinde, es el tiempo preciso para establecer una divisoria entre el pasado triste de la política paraguaya, vaciada de contenido y adornada de corrupción – impunidad, para iniciar un nuevo tiempo histórico, para rescatar la función pública de las manos de los leprosos políticos, y ponerlas al servicio de la nación y del pueblo.

Más que nunca necesitamos un Estado servidor del bien común, con capacidad de poner en marcha verdaderas políticas públicas, para encaminar desde las bases donde vive la comunidad –por eso es comunidad municipio-, la búsqueda de soluciones a los angustiosos problemas de nuestra gente cada día más empobrecida, desengañada de los politiqueros de ocasión, y que por eso mismo son impresentables. Como decía el Papa Francisco en Asunción: “Cuando se los escucha, uno dice inmediatamente; qué mentirosos son”.

Más que nunca es recomendable la lectura del libro de Calderón de la Barca: “El Alcalde de Zalamea”, en el que todo gira alrededor de la reivindicación de la dignidad humana.

El 15 de Noviembre necesitamos elegir a concejales-intendentes-alcaldes, revestidos de dignidad, para ser verdaderos servidores de cada comunidad, de cada municipio y de todo el pueblo.

¿Qué representa el proceso electoral del 15 de noviembre?

Nuestra gran oportunidad de dignificar la conducta del paraguayo, de la paraguaya, dignificando la política.

No puede seguir siendo verdad de que “A los niños y a los políticos, se le debe cambiar el pañal todos los días, por la misma razón”.

Aprendamos del ilustre Doctor Manuel Gondra, ex Presidente de la República:

“Aprendamos a distinguir la verdad política de la verdad verdadera”.

Esta es nuestra gran oportunidad. “No nos dejemos robar la esperanza”. Francisco.

 

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