La vergonzosa fuga de Fujimori al Japón hace 15 años

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El 13 de noviembre del 2000, en momentos que la dictadura colapsaba en un pantano de corrupción y crímenes, Alberto Fujimori, fugó vergonzosamente a Japón desde donde envió un fax anunciando su decisión de renunciar a la presidencia del Perú, en uno de los capítulos más denigrantes en nuestra historia republicana.

Tres días antes el entonces canciller, Fernando de Trazegnies, había declarado que Alberto Fujimori tenía espíritu de “espíritu de samurai” y que iba a afrontar el terremoto político pero el exmandatario se encargó de desmentirlo de la peor manera.

Y es que los verdaderos samurais no se quedaban en el harakiri político: se cortaban el bajo vientre con un corto y filudo puñal.

En medio de un vendaval político, con los videos de políticos y empresarios cobrando millonarias coimas en la salita del Servicio de Inteligencia Nacional SIN, de manos del entonces asesor presidencial, Vladimiro Montesinos, Alberto Fujimori intentó salvarse y formalmente encabezaba una “transición” de 10 meses para entregar el poder en julio del siguiente año.

De esa manera se suponía que resolvería la crisis generada por la resistencia de un amplio sector del país a los resultados de la segunda reelección, cuando Alberto Fujimori tomó un avión de itinerario, como si de pronto se hubiera convertido en un ciudadano común y corriente, con destino a Brunei, en los Emiratos Árabes, para participar en la cita anual de la APEC (Asociación del Pacífico para la Economía y el Comercio)…sin autorización del Congreso.

En realidad era la crónica de una fuga anunciada.

En los días previos, Fujimori había obligado a todo su equipo de seguridad y a los carros oficiales a salir muy temprano de Palacio con dirección a la carretera central, engañando a la prensa que imaginó que el presidente iba con ellos.

El 13 de noviembre del 2000. mientras los periodistas se dirigían a Chaclacayo, Alberto Fujimori, quien se ufanaba de ser un “criollazo”, se dirigía raudo al aeropuerto para su último vuelo como presidente de la nación.

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Fotografía: revista Caretas

Para no despertar sospechas, en el avión que iba con ruta a Los Ángeles en Estados Unidos, se habían colocado decenas de maletas y bultos a nombre de Fujimori pero, en el intercambio para el Asia, el equipaje tomó el camino hacia Tokio, mientras el dictador se dirigía a su última misión oficial sin autorización del Congreso,

Esa misma tarde se tenía que votar un pedido de censura de la Mesa Directiva del Congreso, que presidía Martha Hildebrandt, luego de que el día 8 de noviembre frustró un intento de formar una comisión independiente para investigar las cuentas de Montesinos que habían empezado a conocerse.

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Infografia: Caretas

La censura fue aprobada, lo quería decir que el fujimorismo había perdido la mayoría parlamentaria.

El 11 de octubre, 33 días antes, la oposición había fracasado en censurar a Hildebrandt, tras haberse presentado las primeras renuncias a la bancada oficialista. Una manera, por tanto, de entender el viaje  es que ya no podía controlar los votos de la Plaza Bolívar.

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Tampoco la seguridad de tener el control absoluto de las Fuerzas Armadas a través de una cúpula corrupta y de los organismos de inteligencia y contrainteligencia que vigilaban a los uniformados.

El 29 de octubre se había rebelado el comandante Ollanta Humala con el destacamento de Locumba, al lado de las instalaciones de la Southern, poniendo en evidencia el descontento de la oficialidad joven ante el manipuleo institucional.

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Si Fujimori retuvo el poder por dos meses después de que su gobierno quedó al desnudo en su corrupción, fue para borrar huellas, arreglar lo que pudiera arreglarse y convencerse que sus supuestos enemigos “democráticos” no iban a ir más lejos que hasta un reacomodo del poder y que si se iba a tiempo, podría volver a existir, esta vez sentado como parte de los llamados “demócratas”.

Su vanidad lo llevaría, años después, a dejar su refugio dorado en Tokio y viajar a Chile, con la esperanza de que sus seguidores se levantarían para aclamarlo. Fue extraditado, procesado y condenado a 25 años de prisión por corrupción y crímenes de lesa humanidad.

 

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