Manbo arquitecto de la grandeza del vóley

 

Man Bok Park nació en Seúl pero atrapado por el Perú y sus costumbres adoptó la  nacionalidad para convertirse en un peruano más de un país futbolero pero que con su sapiencia introdujo en el ADN de las voleibolistas peruanas la mística y esencia para convertirlas en glorias del vóley mundial.

El gusto popular lo bautizó como ‘Manbo’ y se quedó con el apodo que nunca lo disgustó a sabiendas que perdía el nombre para ser el ‘Manbo’ de todos los peruanos.

De profesión farmacéutico y entrenador de voleibol por añadidura conjugó dos profesiones antagónicas pero no se apartó de llevar una vida ordenada e hizo que el deporte de los mates creciera a lugares inimaginables.

Llegó al Salón de Fama para ser reconocido como uno de los mejores entrenadores del mundo. Una distinción que mereció largamente por su trayectoria y aporte al vóley mundial.

Manbo siempre con cara de solemnidad por su origen de raza amarilla sonreía para la foto y las cámaras pero encerrado con sus chicas era otro. Férreo, disciplinado, mano dura, obsesionado de su trabajo, hizo derramar lágrimas a sus dirigidas pero la cosecha de logros superaba todos los sacrificios en la Bombonera del estadio Nacional, donde se acunó las raíces de todo lo que vendría más adelante.

Manbo en cierto modo matriculó a todo el pueblo peruano a aprender las reglas del vóley para que el aliento que bajara de las tribunas sea con convencimiento de un reclamo fundamentado.

Llegó al Perú como asesor del japonés Akira Kato, entrenador nipón que había logrado imponer la escuela asiática que fue asimilada por las peruanas agregando una pizca de picardía y otros aderezos para sostenerse con los años en una escuela peruana frente a lo que ofrecían sus ocasiones rivales.

Cuando fallece Akira Kato es Manbo el que toma las riendas del seleccionado peruano. Manbo continúa la labor de Akira Kato que ya había pergeñado la tarea de quitarles a las brasileñas la hegemonía del vóley sudamericano.

Manbo fue más ambicioso y se hizo de otros objetivos que las chicas supieron entender y así se logró el subtítulo mundial de Vóley de 1981 en México con Carmen Pimentel entre las integrantes.

Llegaron muchos logros, plata y bronce en Juegos Panamericanos, subcampeonato mundial en Perú 82 y otro tercer puesto aparte del logro máximo del subcampeonato olímpico en Seúl 1988.

Un rico historia, hazañas que permitió que el fútbol dejara de ser el preferido y convierta al vóley en el preferido, con una arrastre multitudinario sea en Lima y en otras regiones del país.

Durante todos estos años han desfilado jugadoras de enorme valía, Cecilia Tait, Rosa García, Gabriela Pérez del Solar, Denisse Fajardo, Cenaida Uribe, Gina Torrealba y Natalia Málaga colaboraron para que el vóley peruano se elevara a insospechados sitios del planeta,

Lucha Fuentes, Pilancho Jiménez, Olga Asato, Mercedes González, Maruja Ostolaza, Irma Cordero y Norma Velarde,  pasando por Ana Cecilia Carrillo, el vóley peruano fue el corolario de una grandeza donde el querido Manbo hizo los mates necesarios. Descansa en paz maestro.

 

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