Mi tiempo

 

El individualismo reinante en nuestra sociedad desemboca en una percepción irreflexiva del tiempo como algo mío. Vivo en sociedad, casi seguro que en familia, pero no percibo el tiempo ajeno, ni se me ocurre pensar en que hay tiempos comunes. Las personas que viven así no tienen ningún cargo de conciencia. Son máquinas, y las máquinas tienen que funcionar a la perfección, pero ninguna máquina piensa en otras máquinas, porque no tienen cerebro.

Ya no digamos corazón. Pensar en quien te espera en casa supone tener inteligencia y capacidad de amar. Nuestra sociedad economicista y abocada a la rentabilidad solo tiene algo de tiempo fuera del trabajo para el deporte o para el móvil. Hay que engrasar las piezas de este pobre cuerpo limitado para seguir en forma y me voy un rato al gimnasio de la esquina -ahora hay gimnasios en todas las esquinas- para poder aprovechar bien la tarde en mi importantísimo trabajo.

Y este pobre animalito productor de riqueza llega tarde a casa. La verdad es que ya casi nunca le espera nadie en casa.

Jesús D Mez Madrid

 

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