Nacionalismo bamba

 

Los nacionalistas criollos conducidos por Ollanta Humala y Nadine Heredia llegaron al poder aúpados en la donación extranjera, del chavismo venezolano o de la megacorruptora Odebrecht, permitieron que foráneos influyeran y determinaran la decisión de los peruanos para elegir a su presidente. Tan grosero como pueda parecer quienes se llenaban la boca afirmando defender los intereses de la nación y los valores propios abrían las puertas a las donaciones del extranjero que les permitieron llegar al poder durante un quinquenio que se asoma como el de la vergüenza.

Ninguna honestidad hizo la diferencia, tampoco escrúpulos para hipotecarse política y económicamente a los donantes que nunca dan dinero por nada. Las revelaciones de Jorge Barata de que entregó a Heredia tres millones de dólares para la campaña electoral ponen a Heredia junto a su pusilánime cónyuge a un paso de la cárcel por lavado de activos y negociación incompatible.

Dentro de este esquema perverso toda representación está unida a la inversión de campaña. Y los únicos que pueden participar en una contienda electoral son los solventes o los que tienen amigos y simpatizantes ricos. Esta desigualdad de partida hace que los mejores candidatos o no participen o se retiren si no pueden recaudar el dinero que los hará competitivos.

De ahí la percepción de que las campañas electorales se financian de manera corrupta. Que individuos y grupos dan sumas significativas de dinero a quienes resulten elegidos los que tendrán las decisiones que ayuden los intereses de los donantes. Y los representantes aparecen menos responsables ante los votantes y más ante los donantes con intereses especiales.

Nos toca limitar la repercusión del dinero y la influencia de los donantes de grandes sumas, en especial si vienen del extranjero. Una vía es ofrecer fondos públicos para la transparencia del proceso lo que exige publicar la información de donaciones y gastos de modo constante y limitar la cantidad de fondos que se permite recaudar o gastar.

Restringir gastos electorales es saludable para la democracia y para los electores. Si las campañas son menos caras más gente capaz, honesta y sincera puede participar. La calidad de la representación mejoraría con la integridad y honestidad de los elegidos.

Que no contribuyan gobiernos, ni empresas ni partidos políticos extranjeros. En EEUU están prohibidos los aportes de corporaciones y posibles contratistas del gobierno. Es evidente que todo donante espera recibir algo por su inversión. ¿Cómo la retribuyeron Humala y Heredia?.

Los electores debemos saber quién está apoyando a los candidatos y si ello influirá en las futuras decisiones. Se trata de asegurar la integridad del sistema político, de recuperar la confianza y de permitir que el electorado elija informado. Es legítimo que se recaude y gaste dinero pero éste no debe distorsionar el funcionamiento institucional y ético de la democracia como está sucediendo.

En plena lucha contra la corrupción necesitamos procesos electorales transparentes, sin dinero sucio de por medio. En una elección participan ciudadanos de un Estado y no extranjeros. Si corporaciones internacionales financian campañas se produce una intromisión que avasalla la soberanía popular manifiesta en el sufragio.

Se impone un nuevo marco legislativo que, con amplio consenso político y ciudadano, regule la financiación privada y el uso de los recursos públicos. Que contemple sanciones penales y económicas para las transgresiones. Los políticos astutos y ambiciosos siempre intentarán evadir o burlar la ley pero su aplicación requiere voluntad política, fondos adecuados y sanciones penales apropiadas. El único camino a la integridad y a la transparencia política.

 

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