Nueva pregunta y nueva respuesta. Invitación al diálogo

 

Ha llegado hasta nosotros una reacción al texto de Leonardo Boff que les enviamos recién hace tres días, así como la respuesta casi inmediata de Leonardo. Por su interés, nos permitimos transcribirla aquí, y la trasladamos también a Academia.edu (Servicios Koinonia 2) para que quien lo desee [bajo las condiciones habituales de respeto, pertinencia y concisión] pueda participar en un diálogo teológico en torno a los temas implicados:

Desastre climático planetario ya próximo
Extinción posible/probable de la Humanidad
Esperanza por la resurrección inconclusa de Jesús
Esperanza posteísta…

Pregunta de Pedro Villa:

Estimado Leonardo:

Comparto totalmente tu visión sobre la necesidad de que los humanos debemos revertir nuestras actitudes para salvar a nuestra madre Tierra. O por lo menos, para que la culminación de la entropía universal se dé dentro de los tiempos previstos por la ciencia y no antes, por culpa nuestra.

No obstante, me parece muy acertado el interrogante de Pedro Oliveira, que coincide con el de tantos otros cristianos que investigan sobre estos temas.

La corriente teológica del pos-teísmo da por sentado que el Dios tradicional en el que creen varias confesiones religiosas (judaísmo, cristianismos varios…) no es una entidad y, mucho menos, una persona (o tres…). Eso ha sido una creación cultural de la primitiva humanidad, incrementado con los posteriores contenidos doctrinarios y dogmáticos de cada religión. Basta pensar en lo que es el catolicismo actual…

Por consiguiente, Dios ni habla, ni tuvo hijos, ni inspiró ningún texto sagrado, ni previó la necesidad de una salvación para los habitantes de este minúsculo planeta (porque no nos tenemos que salvar de nada…) y todo el resto. Un estudio profundo y objetivo sobre Jesús (si se pudiese hacer) nos permitiría conocer en verdad hacia qué apuntaba su vida. Indudablemente, su mensaje de caridad es algo sublime, que todos los humanos deberíamos seguir… Pero era tan teísta como todos los creyentes de todos los tiempos (y más, por ser judío) y creía seriamente en la llegada “real” del Reino de Dios. La causa de su muerte está en el contexto político-religioso que lo envolvió y que él se encargó de atizar. Si queremos hablar de “salvación”, creo que la misma pasa sólo por su ejemplo de coherencia de vida y no por un destino establecido desde toda la eternidad por su Padre.

La ciencia actual cada vez más se reafirma en la ley de la entropía universal y en el fin del universo (el que conocemos, por ahora…) y el de nuestro sistema solar y de la Tierra, obviamente.

Científicos cristianos tratan de consensuar este fenómeno con la palabra de la Biblia, con el mensaje escatológico de Jesús, etc., etc. (Claudio Bollini, por ejemplo, en “Fe cristiana y final del Universo). Hacen verdaderos malabarismos; pero, a partir de un texto que es meramente humano, como las creencias posteriores elaboradas en base a él. Por lo que resultará muy difícil hacerlo coincidir con los eventos que la ciencia vaticina para nuestro planeta y el universo conocido. Sólo una creencia es lo que sustenta la esperanza humana y cristiana (Ya el problema del mal la hace tambalear severamente). La racionalidad no nos permite albergar mucha esperanza en cuanto a una vida futura que no se sabe cómo será. Me siento muy identificado con J. Shelby Spong en cuanto a lo que nos pueda suceder luego de nuestra muerte y con lo que pueda significar la vida eterna…(“Un cristianismo nuevo para un mundo nuevo”). Me chokeó mucho inicialmente; pero, ya lo he aceptado.

Como verás, también a mí me preocupa mucho este tema y sigo leyendo y reflexionando sobre él. Muchas gracias por todo lo que haces y escribes.

Atte., Pedro A. Villa
Trelew (Chubut), Argentina.

Respuesta de Leonardo Boff:

Estimado Pedro Villa:

Gracias por tu reacción. Yo no estoy de ninguna forma concorde con el pos-teísmo, por que confunde el imagen de Dios con la realidad Dios. Esto es teológicamente un error. Dios está más allá de todas las imágenes. Éstas son siempre culturales, pero como reacción de cara a algo que siente como algo Misterioso y real, que no saben definirlo, y por eso le dan mil nombres. Esta Summa Res es misterio para nosotros y para sí mismo, pues su “Realidad” es dinâmica y siempre diferente y total en cada autorealización, y esto sin fin.

Yo assumo lo que el Vaticano II enseñó y es la tesis básica de Karl Rainer: Dios no revela verdades. Se autocomunica totalmente y sin resto. Cuando hablamos que es comunión y amor, como su esencia, queremos decir el contenido de lo que es la Trinidad. No son tres números. Son tres únicos. Los unidos no se suman. La esencia de cada Único es que está siempre en relación con los otros, en forma de total entrega, de amor sin resto de tal forma que constituyen un único movimiento de amor, de entrega y de comunión. Es el monoteísmo trinitario,diverso de aquel judío y musulmán. En el principio no está la soledad del Uno, sino la comunión de los divinos Únicos.

Desde que Ilya Prigogine, premio Nobel en termodinámicca, demonstró que el universo tiene estruturas disipativas, que disipan: el caos y anula la entropía criando la sintonía, emergen formas cada vez más altas de complejidad, apuntando para una culminancia que no podemos imaginar.

Durante 13 años trabajé con un cosmólogo norte-americano, Mark Hathaway, en el libro «El Tao de la liberación: explorando la ecología de transformación». Fue extremamente aceptado por la comunidad científica, al punto de que ganamos en 2010 la medalla de oro en ciencia y nueva cosmología. El libro tiene el prefacio de Fritjof Capra, que se intusiasmó con la síntesis que hicimos de varios saberes, también de Oriente. Está traducido al español por Trotta y por Dabar de México. Ahí encontrarás con detalles lo poco que dije arriba.

Un universo sin sentido es un absurdo. Si todo no se hubiere articulado sutilmente con las 4 energías básicas y el proceso cosmogénico, no estaríamos aquí escribiendo estas cosas. Sigamos buscando las señales de lo Divino y de lo Sagrado en todas las cosas y nuestras vidas se llenan de veneración y de respeto.

Leonardo Boff

 

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