Para hacerla como yo quiero

 

“Yo no quiero que seas así, tú sabes que me gustan las chicas más alegres, que me hacen reír, que me dan vida”. Así le decía un joven a su pareja, mientras viajaban en una combi.

Sus palabras nos hicieron recordar a un vecino quien hace algunas décadas decía que su ideal en la vida era conocer a una mujer joven, sin mayor experiencia para “hacerla a su medida”. Es decir para que la convirtiera en alguien que actuara y pensara como a él le pareciera.

Cada persona es diferente por razón natural y lógicamente no podemos pedirle que modifique su modo de ser y comportarse para que se parezca a un molde que le estamos entregando. Si fuera así dejaría de ser ella misma. Naturalmente cada persona tiene sus defectos y podemos aconsejarle o ayudarle en cosas que nos parecen inapropiadas pero de allí a exigirle que sea como queremos hay una enorme distancia.

Esa frase “Para hacerla como yo quiero” nos hace imaginarnos a alguien quien piensa que va a tener a su lado poco menos que a un mueble al que todavía le hará algunos retoques hasta que le parezca perfecto. Más aún, es la idea de tener a una piedra con la que va a trabajar la escultura que a él le gusta. Y así no somos los seres humanos.

Si alguna mujer desprevenida o muy necesitada de afecto cae en el juego de este manipulador, tal crea que es lo mejor convertirse en lo que él quiere y va camino a convertirse en otra persona. El supuesto hombre enamorado no le está haciendo ningún bien, le está quitando parte de lo suyo, la está transformando en otra persona. Eso no es amor. Eso de creer que las cosas deben ser solamente como uno quiere, sin tener en cuenta a la pareja es realmente egoísmo.

De personas como esas quienes piensan que solo lo suyo vale y que las cosas solo deben mirarse como quieren es mejor alejarse. El tiempo las ayudará a olvidarse pues es mejor estar solos que mal acompañados. Ya encontrarán otro quien las quiera, respete y valore por lo que son, con sus virtudes y defectos. ¿No les parece?

 

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