¿Por qué Leonardo DiCaprio debe ganar el Óscar?

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Antes que nada por su extraordinaria e intensa actuación en el western de Alejandro González Iñárritu, The Revenant (El renacido), donde Leonardo DiCaprio deja nuevamente patente que es el mejor actor, no sólo del año, sino de la actualidad en Hollywood. Ya resulta increíble, y hasta sospechoso, que no haya recibido un Óscar anteriormente.

En The Revenant asume un rol complicado, de un hombre de pocas palabras, sumergido en la versión más bestial del salvaje oeste que hayamos visto en la gran pantalla (por lo menos en los últimos años). El filme nos lleva de lleno, como con una incisión quirúrgica, al ambiente enrarecido de los bosques norteamericanos, donde las balas y flechas caen desordenadamente segando vidas a diestra y siniestra.

Leonardo DiCaprio demuestra ser uno de esos actores que funcionan dentro de estas películas relatadas en primera persona. La acción de The Revenant elimina cualquier viejo glamour de los westerns clásicos, de esos ambientes postizos donde el héroe era un caballero, y además justiciero. Eso queda claro en la confrontación de DiCaprio contra un oso, escena plena de salvajismo.

Pero, Leonardo DiCaprio funciona en muchas facetas, como el bribón de Atrápame si puedes (de Steven Spielberg), seductor, fraudulento, el típico anti héroe del que se enamora la audiencia. El retrato taciturno del que fuera jefe del FBI, Egard Hoover (esta vez bajo la batuta de Clint Eastwood). El millonario derrochador y melancólico de El gran Gatsby (dirigido por el australiano Baz Luhrmann).

Sin embargo, a Leonardo DiCaprio lo disfrutamos mejor con el genio de Martin Scorsese, el acaudalado empresario Howard Hughes de El aviador (esa actuación era un Óscar fijo), el policía irlandés infiltrado en la mafia neoyorquina (de Los infiltrados), un estafador de la bolsa en Lobo de Wall Street (otra omisión de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas).

A juicio de este columnista, que seguramente será bastante impopular, el gran traspié de DiCaprio fue su personaje en Titanic. Para un actor adolescente que había trabajado con grandes como Meryl Streep (La habitación de Marvin), Robert de Niro (Vida de este chico), Johnny Deep (¿Quién ama a Gilbert Grape?) o su intensa performance de un drogadicto en Diario de un basquetbolista, la edulcorada cinta romántica, cuyo mérito es el imponente naufragio y no el guión, era totalmente prescindible en su hoja de vida.

Negarle el Óscar este 28 de febrero sólo serviría para incrementar la polémica en una Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas cada vez más cuestionada. Apostamos por Leonardo DiCaprio.

 

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