Presidente inicie la lucha contra la hambruna de los más pobres

 

El hambre deprime, la depresión enferma y la enfermedad mata. Esta reflexión quizá haya llegado a oídos del presidente Francisco Sagasti. De allí que, como buen estudioso de la realidad nacional, al asumir el mando del Poder Ejecutivo, nos prometa lo mejor de su voluntad para poner en agenda el problema agrario y, dentro del mismo, la atención que merece la falta de pan diario entre los más necesitados. Que son millones y siguen aumentado por causa de la pandemia y la crisis económica.

Con elegancia torera y ante el reclamo de algunas voces, hizo una amable invitación a los representantes del Acuerdo Nacional para diseñar conjuntamente con el Gobierno y el Congreso de la República medidas para implementar un Programa denominado Perú Hambre Cero.

Buen propósito del Jefe de Estado. Si eso, pero nada más, porque corre el peligro que, como miles y miles de buenos propósitos, solamente quede así. Más aún si se tiene presente que el programa en referencia se basa en un acuerdo entre los participantes en la citada entidad, que se remonta a mayo último y en el que se mencionó que tiene como objetivo promover la priorización de la compra de la producción agrícola y pecuaria nacional. ¿Se hará realidad?

Quienes tienen la sana costumbre de desayunar, almorzar y cenar, es conveniente que sepan que el problema del hambre es de lo más grave en nuestro país. Si, es verdad, de siempre, pero sin solución, igualmente, siempre. Así tenemos que entre los años 2016 y 2018 unos 3.1 millones de peruanos sufrieron hambre por estar subalimentados. La cifra representa al 9.7 por ciento de la población, reportó un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El registro es mayor al promedio del trienio entre el 2013 y 2015. En ese período fueron 2.8 millones de peruanos los que padecieron de subalimentación, según el informe “Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe, elaborado junto a la Organización Panamericana de la Salud, Unicef y el Programa Mundial de Alimentación.

Pero, asimismo, es menester que tengan presente, que, en nuestro país, no faltan los que manifiestan ¡Que los pobres están acostumbrados a sobrevivir así! Una expresión no solamente cínica. Es estúpida y la repiten aquellos que, con candor, que suena a burla, manifiestan que no saben, que no entienden, el porqué de los reclamos ciudadanos y a donde apuntan tales protestas- Por eso, corresponde hablar en voz alta, sabiendo que tal sufrimiento es causado por el insuficiente consumo de alimentos que le permita a la persona humana la cantidad de energía alimentaria necesaria para llevar una vida normal, activa y sana.

No me voy a extender en lo dicho. Es suficiente- Solo queda lanzar unas palabras de aliento: ¡ Vamos presidente, no se ponga morado, ni amarillo, ni rojo! Que no se le caiga el alma a los pies y demuestre con el prodigio de la inteligencia que, al menos en estos escasos meses, pondrá en marcha los cimientos de la solución de este terrible mal que padecen quienes tienen hambre de comida sana en el Perú.

 

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