Seis desafíos sobre las redes sociales para periodistas en 2020

 

Según una nueva investigación de We Are Social y Hootsuite, hay 3.800 millones de usuarios de redes sociales en todo el mundo.

“Casi el 60% de la población mundial ya está online”, dice Simon Kemp, analista jefe de DataReportal (responsable de la investigación). “Las últimas tendencias sugieren que más de la mitad de la población total del mundo estará utilizando redes sociales a mediados de este año”.

Con ese tipo de alcance, el uso de redes sociales es esencial para la mayoría de los periodistas, tanto para producir como para distribuir contenidos. Se trata de un espacio en rápido movimiento, por lo que los profesionales de los medios deben tener los ojos abiertos a los desafíos y oportunidades que ofrece.

A continuación presentamos seis cuestiones y consideraciones emergentes para periodistas en 2020.

(1) Desinformación

Un desafío fundamental para los usuarios de redes sociales es que en los feeds la desinformación suelen verse exactamente igual que las noticias reales. Como resultado, a primera vista, puede ser muy difícil para periodistas y no periodistas distinguir los hechos de la ficción.

Como resultado, todos necesitamos “pensar antes de twittear”, verificar la procedencia del material que compartimos o usamos en nuestro trabajo, y estar al tanto de las últimas técnicas que se utilizan para difundir información falsa, teorías conspirativas y agendas partidistas.

Para abordar el problema, estos 11 consejos de On The Media de National Public Radio también son un punto de partida útil. De igual modo recomiendo los materiales de capacitación y los boletines producidos por First Draft, una organización global sin fines de lucro especializada en desinformación y otras tendencias de los medios. Se trata de recursos valiosos con los que todos los periodistas deberían estar familiarizados.

(2) “Armamentización” de las redes

La difusión de información falsa y de desinformación puede ser accidental, por ejemplo, cuando las personas comparten historias de sitios web satíricos como The Onion suponiendo que son ciertas.

¿Y quién puede culparlas? A veces la verdad es más extraña que la ficción. ¿Recuerdan que el año pasado el presidente Trump quería comprar Groenlandia? ¡Suena inverosímil!

Sin embargo, compartir información falsa no siempre es un accidente. Hoy somos testigos de la “armamentización” de las redes sociales por parte de actores estatales y oportunistas que tienen la intención de influir en la visión del mundo que nos rodea. Impulsado por motivos financieros e ideológicos, este tipo de actividad online no hará más que aumentar.

Eso significa que los consumidores de noticias —y los productores— deben saber más acerca de los medios que nunca.

Como periodistas, debemos ser capaces de interrogar a las fuentes de formas novedosas y más sofisticadas. Estos requisitos se volverán más necesarios a medida que los deep fakes y otras técnicas de manipulación se vuelvan más avanzadas.

(3) Privacidad

Los periodistas y cualquier persona que use redes sociales deben ser conscientes de las posibles repercusiones de lo que dicen online. Estos espacios no están a salvo de los mirones, y las acciones tomadas allí tienen consecuencias.

En Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo, hay personas encarceladas por publicaciones online y mensajes de WhatsApp.

Y no se trata solamente de lo que dices a cuenta personal; también puedes verte afectado o afectada por asociación.

El año pasado, al estudiante de primer año de Harvard Ismail Ajjawi, un palestino del Líbano, se le negó la entrada a los Estados Unidos, supuestamente debido a publicaciones contra ese país de sus amigos de Facebook. Eventualmente se le permitió a Ajjawai ingresar comenzar sus clases.

(4) Mudarse a redes cerradas

A causa de las tendencias mencionadas, estamos presenciando un aumento de la autocensura, pues los consumidores se vuelven cada vez más cautelosos sobre lo que dicen y publican online.

En los Estados Unidos, una investigación del Pew Research Center hace hincapié en el deseo de evitar conversaciones contenciosas o expresar opiniones que puedan ser minoritarias.

En otros lugares, las conversaciones se están mudando a redes cerradas, como grupos de WhatsApp y canales de Telegram, debido a su encriptación y la percepción de que allí pueden evitarse las escuchas digitales. Tras reconocer la situación, Facebook anunció un incremento de la privacidad el año pasado.

Un desafío clave para los periodistas es el hecho de que las conversaciones pasen de internet abierto a espacios cerrados. Ser capaz de acceder a esas discusiones no es fácil y, si consigues acceso, ¿deberías identificarte como periodista? ¿Eso sesgará la conversación y, en algunos casos, podría ser riesgoso para tu seguridad personal? El trabajo del ex editor de redes sociales de la BBC Mark Frankel ofrece un buen punto de partida para pensar en estos temas.

(5) Burbujas de filtro

Las plataformas tecnológicas están diseñadas para mostrarnos lo que creen que nos gusta, en lugar de lo que necesitamos.

En esencia, tu feed de noticias de Twitter, Facebook o Instagram es una máquina de recomendación gigante. Tales recomendaciones se basan en lo que la plataforma cree que quieres, lo que hace difícil que se te presenten puntos de vista distintos del tuyo.

Eso significa que los periodistas debemos recordar que las discusiones online no son representativas de las poblaciones en general, y que están profundamente filtradas por los algoritmos de la plataforma y por lo que la gente elige publicar.

Tenemos que trabajar duro para exponernos a diferentes puntos de vista. Las redes sociales son una herramienta para ayudarnos en nuestro trabajo, pero los métodos tradicionales de identificación y construcción de relaciones con las fuentes siguen siendo igualmente pertinentes.

Esto es especialmente cierto en países y regiones donde muchas voces y experiencias no son escuchadas en las redes, sea porque hay escaso acceso a la tecnología o porque no se entiende cómo usarla.

Las redes sociales son un complemento de las herramientas y técnicas que los periodistas siempre han utilizado; no un sustituto de ellas.

(6) Dónde invertir tiempo y energía

“Los usuarios de internet en el mundo habrán pasado un acumulado de 1.250 millones de años online en 2020”, dice Simon Kemp, “con más de un tercio de ese tiempo dedicado a usar las redes sociales”.

Un último desafío para los periodistas y los medios es comprender dónde pasa ese tiempo la audiencia, y lo que ello implica.

El usuario promedio de Internet tenía un promedio de 8,5 cuentas de redes sociales, según datos de GlobalWebIndex de 2018, frente a 4,8 cuentas de redes sociales en 2014. Sin embargo, la forma en que los usuarios dividen el tiempo entre esas plataformas varía. Aunque Facebook es el líder general del mercado, el tiempo dedicado a diferentes redes cambia según la demografía y el país.

Además, debido a que cada plataforma tiene sus propias características, las estrategias en redes sociales que funcionan en una red no necesariamente se aplican en otra.

Como resultado, es vital sumergirse en los datos de DataReportalGlobalWebIndexDigital News Report y otras fuentes para comprender las tendencias locales y sus implicaciones.

En una redacción presionada por el tiempo no puedes estar en todas partes, por lo que, junto con las tendencias más amplias descritas en este artículo, determinar dónde está tu audiencia —y lo que quiere hacer con su tiempo en una plataforma determinada— es esencial para tu éxito en las redes sociales.

Damian Radcliffe es profesor de periodismo Carolyn S. Chambers de la Universidad de Oregón, becario del Centro Tow para el Periodismo Digital de la Universidad de Columbia, investigador honorario de la Facultad de Periodismo, Estudios de Medios y Cultura de la Universidad de Cardiff, y becario de la Sociedad Real para el Fomento de las Artes, Manufacturas y Comercio (RSA).

Radcliffe presentó algunos de los conceptos expuestos en este artículo en el International Media Seminar on Peace in the Middle East de 2019, como parte del panel Hashtag Activism.

Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Sherise.

Fuente: https://ijnet.org/

 

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