Sin esperanza de paz

 

El pasado miércoles, 24 de agosto, debería haber sido un día de fiesta en Ucrania, que conmemoraba el 31 aniversario de su independencia de la antigua Unión Soviética. La fecha, sin embargo, coincidió con el sexto mes de la invasión por Rusia, sumido el país en una guerra que ha costado decenas de miles de muertos y la destrucción de buena parte de las ciudades más importantes. Y, lo que acaso sea peor, sin la esperanza de una paz que cada día parece más inalcanzable.

Si las guerras suelen acabar mediante una negociación cuando una de las partes es derrotada militarmente, en el caso de Ucrania no parece que haya visos de un diálogo que abra las puertas a un definitivo alto el fuego. De momento, incluso, el presidente ucraniano, Volodimir Zalenski, ha descartado cualquier tipo de negociación que para él sería una capitulación, mientras que Rusia redobla su empeño por engullir parte del territorio invadido, ahora movida por la sed de venganza tras la muerte en atentado de la hija del ideólogo de la guerra, Alenxander Daguin.

Jesús Martínez Madrid

ideasclaras.org

 

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