Una crisis económica y social planetaria

 

La crisis abarca ahora todo el planeta y pone en cuestionamiento de fondo todos los sistemas y regímenes imperantes, tanto en el campo capitalista como en el campo comunista. Y por supuesto en el Tercer Mundo.

Es verdad que la crisis, iniciada en 1971 -¡cómo pasa el tiempo!- tanto en el Norte como en el Sur del planeta traduce una mutación muy profunda de la economía mundial, manifestándose por una redistribución de los medios de producción y del poderío económico, concentrándose por la vía de una transnacionalización compleja y sofisticada, cada vez más en menos manos, afincándose en nuevas divisiones internacionales del trabajo; infiltrándose  agresivamente en todos lados con el control de la nueva tecnología, manejada y orientada por las tesis y prácticas de un neoliberalismo y monetarismo salvajes, y que se inspiran en el imperio del dinero y en la primacía absoluta de la especulación en su formas más corrompidas y mafiosas, marginando en términos cada vez más absolutos y radicales  al propio capital productivo y al trabajo humano, considerado no tanto en su aspecto objetivo, sino en su aspecto subjetivo y como factor de neta superioridad sobre el capital y la técnica.

 

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