Paula Cejas, directora regional FIP: “Si no hay diversidad de voces, no hay democracia”

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La Federación Internacional de Periodistas (FIP) reúne a las organizaciones sindicales de la prensa en el mundo para respaldar y fortalecer la incesante lucha que tienen: la defensa irrestricta de los derechos de los periodistas.

Sin embargo, en el mundo existen muchas amenazas y trabas para alcanzar esta noble meta porque el buen periodismo siempre buscará que salga a relucir la realidad de los hechos, interpelar lo que está mal en la sociedad y cuestionar los acontecimientos difusos.

Por esto existen muchos rivales para el trabajo limpio de la profesión, ya que los intereses personales o grupales de los poderosos buscarán obstruir que la verdad salga a la luz.

Dentro de su organigrama, la FIP tiene una Oficina Regional para América Latina y el Caribe cuya directora es la periodista argentina Paula Cejas. Su experiencia en este cargo le ha permitido obtener una amplia visión sobre la realidad del periodismo en la región, además de tener una visión crítica sobre lo que debe ser el buen periodismo.

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Crónica Viva tuvo la oportunidad de conversar con Paula Cejas en la sede de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP) sobre diversos temas del periodismo en la región. Aquí la entrevista:

¿Cómo ves el panorama de la prensa en América Latina?

Me encantaría tener un mensaje o un análisis más positivo, pero no es el caso, en realidad, nosotros estamos viendo un incremento sustancial en cuanto a violencia, no solo contra los periodistas sino contra la libertad de expresión. Los casos más resonantes son Colombia, México –como siempre, hemos tenido semanas trágicas en México–, Brasil y Paraguay.

En Colombia, comentaba el otro día que no solo es contra periodistas sino contra sindicalistas –o sea, que no solo está afectando al sector comunicación sino a otros también– y ya nuestros afiliados se han pronunciado muy preocupados, incluso muchos han optado por la autocensura y no sé si por el abandono, pero sí por el alejamiento de la actividad sindical.

Y de otro lado está la precarización laboral. Hubo avances en Argentina, donde hay, por fortuna, muchas leyes que son constitucionales, estatutos y demás; en Uruguay y en Brasil lo mismo, pero todavía hay vacíos legales en la región que no permiten que los periodistas tengan herramientas para poder luchar por sus derechos mínimos y básicos en sus lugares de trabajo.

Así que tenemos un montón de cosas por hacer porque también decimos esto: hay muchos puntos negativos, pero eso también nos incentiva a buscar nuevos retos, nuevas herramientas y nuevas alianzas que debemos hacer en la región misma, por eso yo hablaba de la situación internacional, para mejorar estas condiciones.

Y dentro de este panorama que estás explicando, ¿cuál consideras el problema más grave: el ataque a los periodistas o las condiciones laborales?

Yo creo que están entrelazados. El ataque a los periodistas también se da porque las condiciones laborales, por ejemplo, no contemplan el seguro de vida, no contemplan que los periodistas salgan a trabajar con un equipamiento de seguridad, no contemplan que sean capacitados en la autoprotección, porque no tienen protección de otra índole. Me parece que no podemos separar una cosa de la otra.

Hay un grado de impunidad de estos casos que también es alarmante. No tienen protección porque no tienen un seguro de vida, no tienen capacitaciones, ni siquiera tienen contratos donde la empresa reconozca que ese periodista trabaja para ese medio –como son los freelance– y que incluso a veces tienen que vender sus notas sin siquiera tener lo que nosotros llamamos derechos de autor, entonces, sí, trabaja para ese medio pero no está reconocido.

Cuando salen a la calle y hacen una nota, si alguien –llamémoslo narco, llamémoslo Gobierno, llamémoslo empresario, llamémoslo algún grupo poderoso– se siente amenazado por lo que el periodista dice y revela, tampoco tiene una protección o una seguridad de que él va a poder escribir o informar la verdad, y ahí es cuando viene la autocensura.

Entonces me parece que es todo eso, asegurarle al periodista o al trabajador del medio, que va a poder cumplir con su voz, que va a poder ejercer su profesión con tranquilidad porque tiene un respaldo legal de un empleador o del Estado mismo que lo va a proteger llegado el caso.

Hablando de censura y autocensura, ¿tienes alguna cifra o un aproximado de cuántos casos han habido en este año 2015?

De autocensura, no hay índices, no hay cifras exactas de los casos. Porque también sucede que por ese temor a que den a conocer sus casos, no los denuncian y pasa muchas veces que nos envían algún caso en particular; y cuando queremos contactar con el periodista o el trabajador de medios para difundir su caso, prefiere no hacerlo por miedo.

Y también es un problema de los sindicatos, que no llevan un registro muy formal de la cantidad de casos. Colombia quizás sí, pero no del último año; ellos tienen un informe que han sacado del 2014, pero más sobre ataques, no de autocensura, es muy difícil en esos casos.

¿Cuántos sindicatos de la prensa existen a nivel de América Latina?

Afiliados a la FIP somos 15. Después, hay algunos países en los que hay sindicatos y en otros hay asociaciones o colegios de periodistas, pero no están afiliados a la FIP.

Este último año dos países más han pedido la afiliación a la FIP, países que nos interesan muchísimo. Uno es reincorporar a Uruguay y otro es Honduras, donde también la tasa del índice de periodistas asesinados, de violencia y desprotección legal es altísimo, pero todavía no han ingresado.

En ese sentido, ¿cuál es la visión de la FIP para América Latina?

En realidad, nosotros lo que queremos un poco es lo que vinimos a hacer acá, formar los sindicatos. Creemos que el fortalecimiento de nuestros sindicatos es vital, creo que cada sindicato incluso a nivel nacional, busca eso con cada acción.

En América Latina sucede que los sindicatos, a veces por cuestiones económicas, o porque quizás no tienen una estructura organizada, pierden un poco el papel o pierden un poco el camino o la visión que es también ser partícipes políticos en cada una de las naciones. Creo que muchos se han acomodado como sindicatos, pero no lo suficiente como para ser parte del proceso de decisiones estatales.

Nuestra idea o nuestro objetivo es hacer que nuestros sindicatos pasen a tener un protagonismo mucho más fuerte en cada uno de los países donde tenemos presencia, con formación, principalmente formación, ayudando a que tengan planes estratégicos, obviamente lograr que llegue financiación a América Latina, porque también es una región donde la financiación es muy difícil de conseguir o es muy puntual –son generalmente México, Colombia y ahora un poco Paraguay–, pero la región es muy amplia y las problemáticas son tan importantes en un país como en el otro.

Básicamente la FIP lo que espera es poder seguir trabajando y desarrollando planes estratégicos, y asesorando y apoyando a nuestros sindicatos para que logren ser los actores políticos que deben ser.

Lo que estás explicando son mecanismos preventivos, pero en caso de que sucedan los ataques que conocemos, ¿qué mecanismos de acción y reacción tienen?

En primera instancia lo que hacemos es ponernos en contacto directo con el sindicato. La FIP tiene mecanismos de comunicación, nosotros tenemos un departamento de seguridad de la FIP, dependiendo del caso evaluamos la ayuda económica que proviene de lo que llamamos el ‘fondo de seguridad’ de la FIP.

En esos casos, por ejemplo, cuando el periodista debe abandonar el país porque está bajo amenaza, o como nos ha pasado en Colombia recientemente, que nos han solicitado la compra de chalecos antibalas para los periodistas y ellos no pueden solventar ese gasto, hacen la solicitud al fondo de seguridad de la FIP, y por medio del comité administrativo se aprueba el envío de fondos.

Hemos ayudado con la búsqueda de asilo de los periodistas, damos difusión a los casos y lo que el sindicato considere, una vez que lo contactamos, que la FIP pueda hacer y lo necesite, ya sean pronunciamientos, que organicemos una misión… estoy tratando de recordar qué otra herramienta o qué otra solicitud nos han hecho los sindicatos, pero principalmente es presencia.

La FIP, a través de su presencia internacional, hace que los casos sean difundidos y se apoya mucho, realizamos muchas manifestaciones en las embajadas, campañas mundiales donde enviamos cartas a los funcionarios –presidentes, miembros de la cámara de diputados o senadores– solicitando por un caso o un tema en particular, y hacemos difusión y pedidos de solidaridad no solo de la FIP, sino también de nuestras centrales de la CSA o en Europa de las federaciones europeas. Nos movemos mucho con comunicación básicamente.

¿Qué casos llegan a la FIP? ¿A solicitud del sindicato o ustedes ven los casos particulares y eligen?

La mayoría son de los sindicatos, pero a veces pasa que el mismo periodista contacta a la FIP o hay muchos casos de periodistas que están fuera de su país.

Por ejemplo, un periodista colombiano que está fuera de Colombia y contacta –digamos que está en España– con el sindicato español por un tema particular y nosotros hacemos el nexo entre Fecolper, que es el sindicato colombiano, y la FIP misma les comunica que hay un periodista colombiano que está trabajando como freelance en España, tiene un problema y necesita que Fecolper contacte a su familia o tramite su credencial y hacemos el nexo. O lo mismo pasa en España si vemos que el sindicato no lanza un comunicado o no está al tanto por cualquier motivo y nosotros nos enteramos que hay un periodista en problemas, contactamos directamente al sindicato.

Generalmente, pasa que el sindicato es el primero que te informa, pero puede pasar que nos enteremos primero por alguna agencia de noticias, y nosotros somos los que vamos al sindicato.

¿Qué sucede si, por ejemplo, ustedes se enteran de un caso emblemático o muy fuerte en un país y el sindicato está desinteresado o desentendido?

No suele pasar, por suerte. Cuando hay un caso emblemático el sindicato suele actuar inmediatamente –inmediatamente que le avisamos nosotros o inmediatamente que se entera del caso– pero si llegara a pasar… creo que ha pasado en alguna oportunidad que algún periodista ha denunciado, por ejemplo, haber sido perseguido y en realidad el sindicato tiene otra información porque explica que “no es así, es más una lucha contra un particular y está abusando a toda una organización…”, entonces nosotros tenemos que validar la voz del sindicato, siempre haciendo las investigaciones pertinentes. Pero trabajamos muy mancomunadamente con nuestros afiliados.

Puedes explicar la naturaleza de la FIP, ¿qué es lo que busca; qué es lo que desea?

La FIP tiene objetivos bastante claros, que a veces parecen generales. La FIP busca ser un bloque fuerte dentro de los trabajadores de medios de comunicación.

Nació con la visión de la solidaridad colectiva, de lograr unificar a todos los sindicatos y asociaciones de periodistas –y no solo de periodistas, sino también de trabajadores de medios de comunicación, porque en América Latina pasa eso, no solo son periodistas, también tenemos sindicatos de trabajadores de medios de comunicación–y colaborar con ellos a armar sus planes estratégicos, de formarlos, de apoyarlos, de asistirlos en lo que necesiten, porque por ahí llegan sindicatos –no solo en América Latina, sino también en Europa misma y en África, a veces nos parecemos o tenemos muchas similitudes– que no tienen los recursos para desarrollarse, para crecer, para armar sus estructuras.

Entonces, la FIP lo que busca es asesorarlos, apoyarlos en estos puntos débiles que tengan cada uno de los sindicatos, y por supuesto ser el nexo global entre ellos, que todos se unifiquen en la FIP. Y cuando lo necesitan, y para el que lo necesite, esta hermandad mundial que tenemos en la FIP –porque la FIP busca que uno se sienta dentro de una única familia– esta cooperación, esta solidaridad que se encuentra dentro es para todos y buscamos que lo entiendan.

¿Cuál es el ataque o el motivo central o la amenaza central que tiene la libertad de expresión?

¿A nivel mundial?

Así es, ¿los grupos de poder, los grupos políticos…?

Lo que pasa es que no hay una sola cosa, depende de la región. En América Latina yo puedo decir que son los grupos de poder, el crimen organizado y algunos gobiernos que no están muy contentos con la opinión crítica.

En Medio Oriente claramente es la guerra. En Europa son las condiciones laborales. En África es la pobreza, la falta de recursos, son también los grupos de poder, porque también hay grandes grupos de poder que manejan gran parte del continente.

Depende de la región. Quizás Norteamérica sea diferente, nosotros tenemos sindicatos –no justamente que estén dentro de la órbita de la oficina regional de América Latina– por ejemplo en Canadá y EEUU, y claramente sus luchas son diferentes, ahí podríamos decir que todavía hay cierta estabilidad y claramente tienen algunas cuestiones de vacíos legales o mejoras salariales por las que ellos están peleando, y también por la sindicalización, porque es muy difícil sindicalizarse en Norteamérica, pero es muy diferente.

Regresando a América Latina, vamos por casos. ¿cuál es el país que tiene más agresiones físicas, verbales o hasta asesinatos de periodistas?

Claramente, México hoy. Tenemos también, que no están afiliados a nosotros, pero que están por ahí, Nicaragua y Honduras, son dos países sumamente violentos y sumamente hostiles para el trabajo del periodista.

El país que tiene una mayor precarización de la labor periodística.

Ahí estamos…

Antes, explica por favor, ¿qué es la precarización de la labor periodística?

Es muy difícil porque yo te diría que hay precarización en muchos países y por diferentes motivos. Por ejemplo, en Haití tenemos una precarización laboral terrible porque ni siquiera tienen –como en muchos países– oportunidades de negociar colectivamente, ni negociar siquiera por empresa; las negociaciones son empleado-empleador y los salarios son muy bajos, y es lo único que se les puede asegurar, un salario muy bajo.

En Colombia pasa –creo que acá también lo he escuchado– tienen incluso que pagar por sus espacios, y esa es una precarización que en Colombia pasa.

En Paraguay la concentración de medios ha hecho estragos y los periodistas tienen que salir a trabajar de otra cosa –pasa también en México y Colombia– porque no les alcanza el salario para siquiera cubrir las necesidades básicas del mes, no saben si cobran jornales, no es un sueldo mensual.

Si tuviera que marcarte uno o dos países donde la precarización es evidente, uno es Haití, otro es Paraguay y México también.

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Hay un caso particular, uno de los más sonados y más evidentes, es Venezuela, algunos plantean que es por el Gobierno, otros no.

Venezuela es un poco complejo, el caso es un poco complicado, lo mismo pasa en Ecuador, es un poco complicado, depende de la visión de quién está mejor o peor.

En Venezuela, el sindicato de periodistas tiene una ideología que no es muy cercana al gobierno, en este caso y la verdad es que, obviamente, muchos medios opositores han dejado de existir, hay muchos periodistas jóvenes que terminan trabajando de blogueros o teniendo su propia página porque no pueden entrar a un medio, si es que no le cierran la página y eso nos pasa con el sindicato mismo, mágicamente la página se cae.

Además debemos considerar las condiciones del país. En general, es muy difícil vivir en Venezuela hoy por hoy. El desabastecimiento, no tienen una tasa de cambio oficial, no tienen acceso a otra moneda que no sea el Bolívar… las restricciones, el miedo, el miedo a que por cualquier opinión crítica termines en la dependencia policial, o en un enjuiciamiento.

En Venezuela he escuchado a muchos jóvenes decir: “Yo hago notas por unos bolívares porque necesito tener un salario”.

¿Y no han considerado la opción de, por así decirlo, ‘negociar’ directamente con los dueños de estos medios que están en una situación tan extrema?

El sindicato venezolano sí lo ha hecho.

¿Pero ustedes intervienen como FIP?

Sólo cuando el sindicato lo solicita nosotros hacemos pronunciamientos de apoyo. Quizás no tengamos los fondos para armar una misión en Venezuela, lo hemos hecho en México hace poco, en el 2014, que lo hicimos por los casos de impunidad. Pero Venezuela y Paraguay son dos países donde seguramente en la brevedad estaremos visitando y planificando algo con ellos porque son situaciones muy particulares.

Hablando de empresas, ¿en América Latina, de los 15 países afiliados a la FIP, cuánto es la incidencia de la concentración de medios?

Que hayan reportado… a ver, tengo que recordar… México ha comenzado… México, Perú, Paraguay, Argentina –más allá de la ley de medios, pero hasta que no la terminen de implementar seguimos teniendo grandes grupos mediáticos–, Chile… creo que se me fue uno… Venezuela.

Son 6, algo de 6 o 7 países los que han reportado o han remarcado esta cuestión de la concentración de medios y que eso los está afectando mucho.

¿De qué manera los afecta? ¿Cuál es el gran perjuicio que genera? Eso es algo que muchas veces la gente no tiene en cuenta.

El tema es que no hay opción. En primer lugar, como pasa en Paraguay que el grupo mediático más grande pertenece al presidente, si uno tiene una posición contraria o crítica ante eso date por despedido o sin posibilidad alguna de ingresar al medio.

Segundo, las reglas de los grupos concentradores son las valederas y no hay opción de negociar. Y es eso, no hay diversidad de voces, la gente sólo recibe una voz, porque también ese es el problema, que no es sólo para el periodista que tiene que informar lo que le dicen que tiene que informar y no puede salirse de los márgenes o estándares que el grupo mediático maneja, sino que también es un afecto a la sociedad misma, donde la información que llega es la que deciden los grandes grupos.

No tengo un caso para decirte que hay un grupo mediático que es objetivo, es claro y sumamente fiable. ¡No pasa! Recibimos lo que ellos quieren que recibamos. Si no hay diversidad de voces, no hay democracia y es grave.

También afecta al interior. La concentración de medios no sólo afecta a las grandes ciudades, la gente del interior que no tenga posibilidad de acceso a las radios comunitarias, por ejemplo, porque no tienen recursos y ni siquiera les dan acceso a formar parte del espacio radioeléctrico.

Es un problema grave no solo para el periodista mismo sino para la sociedad entera.

Un panorama preocupante, que la gente no considera por la libertad de empresa, es que afecta directamente a la democracia.

Totalmente. ¿Qué tipo de democracia tienes si no hay opciones? Si no puedes tener una opinión crítica, si no tienes una alternativa. Y quizás la alternativa es muy débil, porque también pasa que –y no sé si tenga la razón– a veces los grupos opositores no están bien organizados o porque las ideas no son muy claras o porque quizás no tienen los recursos para organizarse, pero tampoco es que hay una fuerte oposición porque no tiene llegada a la sociedad.

Imagínate que llega un grupo concentrado, todo lo que le llega a la sociedad lo da ese grupo concentrado, es muy difícil que llegue esa voz chiquita que tiene una radio perdida en el monte. Es muy difícil, y es claramente un ataque a la democracia.

Tocando los últimos puntos. A nivel América Latina, ya vista la concentración de medios, ¿qué sucede con la libertad de expresión? Por ejemplo, el caso de Chile donde la gente dice que hay libertad de expresión porque puede poner su opinión en las redes.

Sí… bueno… pero esa no es la única sociedad que lo piensa así, eso no es libertad de expresión. Libertad de expresión es no es estar condicionado a tener una opinión crítica, a no tener miedo de poder escribir, de informar con la verdad, a poder estar a veces de acuerdo y a veces en desacuerdo y poder decirlo sin que te ataquen por eso, sin que te censuren, sin que violen tus derechos por eso.

Dentro del banner de la FIP se habla de eso, un periodista que trabaja bajo temor y en la pobreza no puede hacerlo, y violar la libertad de expresión, violar el derecho a poder pensar, informar, tener una opinión crítica es una violación grave a la libertad de expresión –y no tiene que ver con que yo pueda subir a mi web, a mi blog o a mi Facebook. ¡Eso no!– de que yo en un medio no pueda informar a la sociedad con claridad y con la verdad porque no le conviene a alguien.

En este horizonte ya figuran las teorías de la comunicación que están en renovación, todos recordamos los primeros planteamientos con el emisor, receptor, canal, ruido y luego la tuba de schramm y demás. ¿Crees que es necesario que deban renovar las teorías de la comunicación?

No así. No así porque es difícil que un periodista joven o un periodista de esta generación pueda entenderlo de esa manera. Me parece que hay una vorágine y hay otras maneras más dinámicas de explicar lo mismo, pero de otra forma. No creo que debamos volver a las metodologías antiguas ¿Para qué? Para que entiendan las estrategias comunicacionales o las metodologías de comunicación.

Sin embargo, es un debate siempre presente porque están los que se han preparado contra los empíricos. ¿Cómo crees que debe reaccionar una institución o un medio? Porque siempre va a ser más cómodo contratar a un empírico –porque no tiene un respaldo– a contratar a un profesional que tiene una preparación, un documento que lo respalda por una institución que le dio formación.

Esa es una discusión que ocurre en toda América Latina. En Argentina, por ejemplo, no tiene que ser un colegiado o un universitario en periodismo para ser periodista, uno trabaja dos años en un medio de comunicación y ya lo consideran periodista. En Brasil la discusión es totalmente distinta. Un periodista debe ser una persona titulada y residir en la universidad y debe recibir un diploma como periodista y sólo es periodista si se preparó para ser periodista.

Entonces, yo creo que sí se debe tener preparación y cierta formación para ejercer la profesión, pero es por lo que yo hablaba: uno puede ser muy bueno como un empírico, uno puede ser muy bueno con tan solo haber tenido experiencia y porque puedes tener ciertas habilidades y porque eres curioso; pero creo que también es importante tener una formación, una base teórica y formal de la profesión, de cualquiera de los sectores dentro de los medios de comunicación, no sólo el periodista, el técnico, el camarógrafo o quien sea. Yo creo que es bueno que exista una formación, no todo tiene que ser tanto de la práctica y no de la teoría.

¿Pero qué hacer con los empíricos?

No se les puede excluir. Son… son… no quiero decir útiles, es feo decir útiles porque no son una cosa son necesarios también porque el empírico trae por ahí el dinamismo, quizás es más ingenioso y creativo, pero necesita complementarse con lo otro.

Creo que hay que hacer un esfuerzo de parte de todos de poder convivir o unirlos o tratar de sacarle provecho, ellos a los medios y los medios a ellos mismos, creo que es la mejor forma. No podemos excluir a ninguno, aparte que es imposible, hoy por hoy existen los dos. ¿Qué hacemos, lo sacamos a uno y al otro no? No, me parece que hay que buscar la forma de tener a los dos en el conglomerado.

Para finalizar: periodista y comunicador. El periodista se dedica a un campo específico y que tiene un panorama distinto mientras que el comunicador tiene un panorama mucho más amplio. Entonces, ¿qué sucede cuando los comunicadores –digamos lingüistas, abogados, publicistas, literatos, que también podemos considerarlos como comunicadores– se meten al campo del periodismo y hasta a veces lo hacen mejor que los propios periodistas?

Bueno, un abogado, que es un comunicador, va a tener más conocimiento de leyes. Y la pregunta es… ¿Qué hacemos?

Es lo que pasa hoy por hoy, no sólo con los comunicadores y periodistas, a  mí me ha pasado estar en Panamá, me he cruzado con un relacionista público que se ha considerado al mismo nivel que un periodista porque también maneja herramientas comunicacionales.

Es muy difícil. El tema es muy complicado.

Claro, porque es un panorama que suele suceder. Gente que estudia una profesión, digamos lingüística, literatura o derecho y acaba ingresando al periodismo. Y a la hora de la hora no sabemos a dónde va y a veces desarrolla el periodismo mejor.

Yo creo que cada uno debe respetar el espacio del otro. Lo que pasa es que también dentro de la carrera misma, si ves los programas educacionales de uno y del otro, no hay ningún lugar que te digan son muy diferentes los unos de los otros; a veces comparten materias, comparten cátedras.

Pero creo que es por esto de la globalización misma que muchas profesiones se han mezclado con otras y pasan a ser una sola, y creo que lo único que nos queda por hacer es aprender a convivir con esto.

Yo defiendo la tarea del periodista. Me parece que es una tarea más de investigación, más de involucramiento en la noticia misma, el comunicador lo que hace es comunicar de otra manera más… no quiero decir superficial, pero quizás no es tan de investigación, tan de meterse en el tema, no sé, yo hablo con los periodistas y ves que el tipo va y viene, recorre por acá, entrevista a las personas.

Quizás el comunicador es más de… “agarramos un tema, lo maquillamos y vemos cómo lo formamos en un blog o en un medio y lo lanzamos”, el periodista es más del campo, yo lo veo –quizás sea una visión subjetiva como más rústico.

Pero eso de que a veces son mejores que los periodistas, no lo sé (risas)… pero es muy difícil hoy por hoy porque se mezclan muchas profesiones y pasan a cumplir roles de otras profesiones.

Un tema que casi se me olvida, y con ese cerramos…

Me estás mintiendo (risas).

Ahora sí va en serio, se nos hace tarde. La ética periodística, que es un debate…

Es un debate. Por ahí salió este tema en un comentario durante un seminario que hicimos acá y justamente estábamos hablando de Fujimori y Keiko, y decíamos: “Bueno, Keiko tiene dinero como para decirle al periodista ‘No me gusta que me critiques, así que dime, ¿cuánto dinero tienes?’ o ‘¿cuánto dinero quieres?’ y el periodista cambia su nota”, y ahí está en juego la ética del periodista.

En primer lugar, es muy importante que el periodista tenga en cuenta que hay un principio de ética claro. No sé si en todos los países o en todas las universidades enseñan esta materia, yo creo que sí, por ahí a veces muy por encima o muy profundo, depende del profesor que te toque.

El periodista tiene que ser objetivo, no tiene que poner inclinaciones personales para informar…

Suena muy utópico.

Es utópico, pero es la ética, de eso se trata, a veces por eso no se cumple, quizás, pero el periodista debe informar con la verdad, su criterio y su pensamiento no es una mercadería que se vende.

Es muy difícil, yo lo entiendo quizás si nos ponemos en los zapatos de un periodista que tiene que darle de comer a la familia y la noticia con su punto crítico no vende nada y tiene que cambiarla para tener ganancia. Yo quiero entenderlo, pero no puedo cuando llegan a mentir o sacar versiones distorsionadas a favor de algo o alguien solo por el hecho de que le paguen un poco más o de tener mayor visibilidad en los medios o de hacerse el camino en base a eso, perjudicar a un colega con alguna noticia, sacarle la noticia porque te parece que así haces más fácil el camino.

No debería ser mercadería de venta, es básicamente eso, el periodista debe tener en claro que su función es informar con la verdad y objetivamente.

Entrevista y fotos: Renzo Chávez – Crónica Viva

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