Robo de Navidad: el gran golpe al arte argentino

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Una Nochebuena de 1980, el mundo del arte quedó sacudido por un audaz y millonario robo en el corazón de Buenos Aires. El Museo Nacional de Bellas Artes, uno de los más importantes de América Latina, fue escenario de un golpe maestro que se llevó consigo una invaluable colección de obras impresionistas y objetos de arte, un atraco que, por su magnitud y misterio, se grabaría en la historia criminal argentina.

El asalto ocurrió en la madrugada del 26 de diciembre, aprovechando el feriado de Navidad y la consecuente relajación en las medidas de seguridad. Mientras la ciudad aún resonaba con los ecos de las celebraciones, una banda de experimentados ladrones puso en marcha un plan meticuloso para vulnerar la custodia del prestigioso museo, ubicado en el barrio de Recoleta.

Los delincuentes habrían accedido al interior del edificio sin forzar las entradas principales, lo que desde un principio hizo sospechar de la posible complicidad interna o un conocimiento detallado de los sistemas de seguridad. Se habló de una escalera utilizada para el ingreso y de un pequeño incendio provocado para desviar la atención o cubrir rastros, aunque los detalles precisos de la metodología empleada para neutralizar las alarmas y vigilancia nunca fueron completamente esclarecidos.

El objetivo principal de los ladones fue la sala donde se exhibía la colección de Mercedes Santamarina, una de las donaciones más valiosas del museo. Allí se encontraban obras maestras de artistas de la talla de Claude Monet, Auguste Renoir, Edgar Degas, Paul Gauguin y Paul Cézanne, entre otros exponentes del impresionismo francés, además de valiosas piezas de arte decorativo.

La increíble historia detrás del robo al Banco Río

Con precisión y rapidez, los asaltantes descolgaron y se llevaron dieciséis pinturas y siete objetos de porcelana y jade. El valor estimado del botín en aquel entonces alcanzó la asombrosa cifra de 20 millones de dólares estadounidenses, convirtiéndose en el robo de arte más grande en la historia del país sudamericano y uno de los más importantes a nivel mundial.

La conmoción fue inmediata al descubrirse el atraco. La policía inició una intensa investigación con pocos resultados iniciales, marcada por sospechas y la detención y presunta tortura de empleados del museo que nada tenían que ver con el hecho.

El destino de las obras se convirtió en un enigma, alimentando diversas teorías que iban desde la venta en el mercado negro internacional hasta supuestas conexiones con actividades ilícitas de la dictadura militar que gobernaba el país en ese período, aunque nunca se probó una vinculación directa de los perpetradores con grupos políticos o guerrilleros; se trató de un crimen motivado por el lucro.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades y la intervención de organismos internacionales como Interpol, la mayoría de las obras robadas jamás fueron recuperadas. Años después, solo tres de las pinturas sustraídas —un Renoir, un Gauguin y un Cézanne— fueron localizadas en Europa y restituidas al museo, un pequeño consuelo ante la pérdida invaluable.

El robo al Museo Nacional de Bellas Artes en 1980 sigue siendo uno de los misterios criminales más fascinantes de Argentina, un recordatorio de cómo la audacia y la planificación pueden permitir a delincuentes comunes perpetrar golpes de una magnitud extraordinaria, dejando tras de sí un legado de interrogantes y la ausencia de un patrimonio cultural irrecuperable. (Foto MNBA).

¡El crimen no paga!

 

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