Todos bien peinaditos, sin un rasguño (Opinión)

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Alianza Lima fue al Monumental de Buenos Aires con un acopio virulento de pasarla mal ante River Plate. Así fue, 8-1 fue el resultado de un anunciado desastre.

El score refleja la abismal diferencia del fútbol argentino al peruano en lo que a clubes se refiere. Con la selección peruana es otra lectura diferente. Menos mal que suceda de esta manera.

Alianza Lima desvencijado y con olor a muerto afrontó el partido de Copa Libertadores ante un rival superior, enorme, con las monedas al aire de echar la máquina a correr para que los adivinos apuesten el resultado.

El 8-1 fue en cierto modo gratificante. Para saber a ciencia cierta de que estamos hechos, de carnada fácil ante un River Plate que si quería podía haber hecho picadillo del pobre Ángelo Campos.

De ahora en más sabemos que lo que tenemos no sirve de nada. Al menos en Alianza Lima hay que demoler todo y empezar la construcción de un nuevo amanecer. Lo contrario sería insistir en lo mismo.

Sí llama la atención que los muchachos del Muñeco Gallardo acabaran el partido bien peinadito, sin un rasguño.  El ‘9’ de ellos, Julián Álvarez, fue tratado con guantes de seda, muy cómodo en la cancha, su antojo de hacer goles lo llevó a anotar seis y la defensa se lo permitió.

Julián Camino en un partido clave para las eliminatorias del Mundial de México 86 con Carlos Bilardo en el banco. Le metió un guadañazo a Franco Navarro y lo sacó del partido. Los argentinos sabían que era el delantero que más problemas podría darles.

Resuelto el escollo, Argentina tuvo más facilidades con una preocupación menor. No fuimos al Mundial y en parte se debió a que Franquito se fue a la enfermería, quebrado, mientras que Julián Camino pudo embucharse una falsa gloria.

Alianza Lima jugó un partido en que permitió todo al rival, mala lectura del partido, defensa discapacitada, una ofensiva que hacía cosquillas a Armani y si hubo un gol porque Lavandeira con algo de colorante en el rostro, puso de penal el tanto de honor.

El entrenador Carlos Bustos fue un remedo de estratega, el partido ante un rival de mucho linaje, lo hizo pisar tierra para que evalúe lo que es jugar Copa Libertadores y hacerlo en la Liga 1 donde ganar siete partidos es pan comido.

Hugo Laredo